Atrás quedaron las ruedas de prensa conjuntas, las risas en el despacho Oval y las histriónicas muestras de afecto mutuas, a Donald Trump y Elon Musk se les rompió el amor de tanto usarlo y ambos han decidido mostrárselo al mundo con el mismo entusiasmo y dramatismo con el que antes se declaraban admiración.
En las últimas horas dos de los hombres con más poder del mundo han decidido escenificar su ruptura definitiva con un cruce de acusaciones, insultos y amenazas que millones de espectadores de todo el mundo han podido seguir en directo a través de esas redes sociales que tanto han utilizado durante su inesperadamente corto idilio.
La relación entre ambos, que combinó elementos empresariales, políticos y personales, ha terminado de forma abrupta este 5 de junio, tras una serie de declaraciones cruzadas sobre el proyecto presupuestario del Gobierno de EEUU que han desembocado en una guerra abierta en el seno del movimiento MAGA (Make America Great Again) que amenaza el dominio hasta ahora incuestionable del presidente Trump.
Lo que comenzó como una alianza estratégica durante la campaña presidencial de 2024 ha derivado en un enfrentamiento abierto con consecuencias económicas directas a nivel mundial.
Tanto Trump como Musk destacan por su estilo comunicativo directo, sin filtros, y por hacer anuncios o emitir opiniones a través de redes sociales, a menudo en tiempo real y sin previa confirmación institucional. Esta característica ha influido en la cobertura informativa, en las dinámicas políticas e, incluso, en los mercados financieros.
Sus diferencias respecto al gasto público y las políticas fiscales impulsadas por el presidente norteamericano han provocado un choque de titanes que ha escalado en las últimas horas hasta llegar al insulto y las amenazas.
La discusión entre ambos ha llegado hasta un punto en el que el presidente de EEUU amenaza a Musk en las redes sociales con quitarle los contratos con el Gobierno, a lo que Musk ha respondido acusando a Trump de aparecer en los archivos no publicados de Jeffrey Epstein, el multimillonario acusado de pedofilia y tráfico de menores, y que debería ser objeto de un 'impeachment'.
Historia de una ruptura
El pasado 28 de mayo Musk anunciaba su salida de la Administración republicana, tras citar desacuerdos sobre el gasto gubernamental. Una ruptura aparentemente bien recibida por el titular de la casa Blanca, que se despedía del magnate públicamente en una conferencia de prensa, aunque afirmaba que "no se va realmente".
El 3 de junio el idilio entre ambos empieza a resquebrajarse cuando Musk critica el proyecto de ley fiscal y presupuestario impulsado por Trump, calificándolo de "abominación repugnante", lo que lleva a una ruptura pública menos dulce.
Trump dice estar "muy decepcionado" y "sorprendido" con Musk y amenaza con cancelar los contratos gubernamentales con sus empresas y Musk responde inmediatamente en su red X donde acusa a Trump de estar vinculado a los archivos del pedófilo Jeffrey Epstein y apoya con un "sí" el mensaje de un internauta que dice que él está ganando la pelea y que pide la destitución del presidente.
La jugada no le sale a Musk como él había previsto y, tras las declaraciones de Trump sobre posibles cancelaciones de contratos gubernamentales, las acciones de Tesla, su empresa fetiche, se desploman un 14 % , perdiendo unos 150.000 millones de dólares en valor de mercado; Musk pierde la nada desdeñable cifra de 20.000 millones de su patrimonio personal.
Entre tanto, Trump ha seguido defendiendo su reforma fiscal a capa y espada, asegurando que es "uno de los mejores proyectos de ley que se han presentado al Congreso", y reiterando que la iniciativa permitirá "un recorte récord de gastos" y asegurando que, de no salir adelante, "habrá un aumento de impuestos del 68 por ciento y cosas mucho peores que eso".
Cuando dos personalidades de estas características se enfrentan nadie sabe muy bien cómo va a continuar la relación. Lo que sí es seguro es que en las manos de ambos se concentra gran parte del poder político y económico a nivel mundial y el resto de países parecemos estar condenados a asistir a esta batalla como meros espectadores y esperar que todo se reconduzca de la mejor manera posible, por el bien de todos.