La virtual aspirante demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, se hizo esta semana con la nominación presidencial de su partido, pero le queda un largo camino hasta las elecciones de noviembre, cuyo mayor reto será captar al joven electorado de su rival, el senador por Vermont Bernie Sanders.
La candidatura de Sanders sorprendió a muchos, y sus aspiraciones fueron más allá de lo esperado al saber calar entre las nuevas generaciones y los sectores más progresistas.
Se trata de un movimiento popular que le ha granjeado más de 12 millones de votos durante todo el periodo de elecciones primarias, por los casi 16 millones de Clinton.
Clinton ha superado con creces a Sanders en sectores demográficos como los hispanos o los afroamericanos, sin embargo, necesita hacerse con la confianza de los votantes que pusieron sus ilusiones en el senador para enfrentarse con garantías al virtual aspirante republicano, el magnate Donald Trump.
Ese empujón de mano de los más jóvenes del que gozó Sanders para dar la batalla a una Clinton favorita desde antes de comenzar la campaña, encuentra puntos en común con ciertos sectores de los votantes del multimillonario, especialmente en su aversión hacia el sistema establecido, algo con lo que identifican a la ex secretaria de Estado.
Consciente de ello, Trump ya invocó a aquellos que acudieron a las urnas motivados por el espíritu rompedor del senador la misma noche del pasado martes en que Clinton se proclamó vencedora, ofreciéndoles "con los brazos abiertos" una opción para vencer al sistema.
Sanders "también afrontó un sistema amañado. Os recibimos con los brazos abiertos", remarcó el magnate neoyorquino, en referencia a los votantes del senador, quien, sin embargo, siempre se ha alejado de cualquier comparación con el multimillonario.
Sabedora también de cuál fue su mayor debilidad durante toda la campaña de primarias, Clinton ya ha comenzado a buscar apoyos que recuperen las esperanzas puestas en Sanders, como el de la senadora por Massachusetts Elizabeth Warren, considerada "la dama del progresismo" en el Congreso estadounidense.
La legisladora rehusó dar su respaldo a uno u otro candidato mientras se dirimían las primarias, a diferencia de la mayoría de los congresistas, pero después de que Clinton afianzara su victoria, apenas tardó un par de días en ponerse a su disposición para "derrotar" a Donald Trump.
De hecho, la senadora, más cercana ideológicamente a Sanders, acudió este viernes a la casa que tiene Clinton en Washington para hablar directamente con ella, una reunión que duró algo más de una hora pero de la que se desconocen los detalles.
Uno de los asuntos tratados puede ser la posibilidad de que la senadora sea la compañera de la ex secretaria de Estado como aspirante vicepresidencial, una opción que cada vez suena con más fuerza en los círculos políticos de Washington pese a que muchos pongan en duda la viabilidad de una fórmula presidencial compuesta sólo por mujeres.
"Estoy lista para entrar en la batalla y trabajar hasta el fin para evitar que Donald Trump se acerque lo más mínimo a la Casa Blanca", aseguró Warren en una entrevista con la cadena MSNBC este jueves, horas más tarde de que hiciera lo mismo el propio presidente, Barack Obama.
Precisamente, es el mandatario otro de los reclamos más importantes de los que puede hacer gala la exsecretaria de Estado, aprovechando los altos índices de aprobación de los que goza Obama en estos momentos, su don de gentes y su demostrada destreza en los actos electorales.
Clinton y Obama celebrarán su primer mitin juntos el próximo miércoles en Wisconsin, uno de los estados clave, sin embargo muchos creen que la estrategia más efectiva y probable es que hagan campaña por separado, especialmente para que el presidente saque de dudas a los independientes.
"Definitivamente pasará un tiempo reuniéndose con sus seguidores. Pero también se irá a las comunidades donde la gente está pensando qué hacer, donde (la gente) está buscando tener una discusión sobre la elección que enfrentan", explicó Jen Psaki, directora de comunicaciones de Obama, en referencia los votantes indecisos.