Australia revisa hoy sus sistemas de seguridad tras la toma con rehenes de una cafetería en Sídney perpetrado por un desequilibrado, resuelta con una intervención policial que se saldó con tres muertos y seis heridos. El primer ministro, Tony Abbott, calificó el secuestro de 17 rehenes como un acto de "terrorismo", aunque precisó que sería "equivocado" vincular el suceso con grupos extremistas.