Detrás los más de cuatro millones de parados hay una historia. Hoy conocemos dos de ellas: la de Jesús y la de Margarita. Él es un parado de larga duración al que ya se le ha acabado el subsidio. Ha trabajado durante más de 15 años como transportista, también tiene experiencia en la construcción y en la hostelería, pero no le ha servido de nada porque no ha encontrado trabajo en ningún sector, ni siquiera se lamenta "de camero", un empleo que ha dado un respiro a más de un parado este verano. Pero ese no ha sido su caso.
Jesús ya no sabe como va a poder llegar a fin de mes. Hasta ahora lo hacía con los 400 euros, pero agosto ha sido el último mes que los ha cobrado. Su situación no le permite ni siquiera tener a sus dos hijas con él, porque como explica "no tengo ni para mantenerme a mí, ¿cómo voy a mantenerlas a ellas?
Los parados cualificados no lo tienen mejor para encontrar un empleo. Margarita se quedó en paro hace nueve meses, es decoradora de interiores. Su empresa la echó después de una fusión y desde entonces no ha encontrado nada. Acaba de tener un bebé y asegura que de momento la prioridad es la niña pero teme el momento en el que se tenga que poner a buscar trabajo en serio y no lo encuentre. Para entonces, asegura Margarita, tiene dos cosas claras: tendrá que cambiar de sector y probablemente, también de país. Ella reconoce que "si puedo coger la maleta y buscar opciones fuera seguro que está más fácil que aquí".
Y a Margarita no le falta razón ya que el poco empleo que se crea en España es temporal. En agosto solo 6 de cada 100 contratos firmados fueron indefinidos.