La desconfianza provocada por la quita a los depósitos de más de 100.000 euros está provocando que muchos inversores saquen su dinero del banco e inviertan en otros productos. En este contexto, las fincas rústicas se han convertido en un valor refugio para empresarios o inversores que, además de tener un lugar de recreo, buscan sacarle beneficio o, por lo menos, no perder patrimonio.
Las fincas ganaderas o las que tienen viñedos u olivos son de las más demandadas, porque el comprador puede obtener además una rentabilidad. Este tipo de terrenos se están vendiendo muy bien, de hecho Jorge Villalón, gerente de Fincas Villalón asegura que "hoy por hoy es más fácil vender una finca rústica que un gran piso en Madrid".
Además el precio de estos terrenos se ha mantenido bastante estable durante la crisis. Y prueba de ello es que mientras que el precio de los pisos ha caído en los últimos 5 años un 35% de media, el de las fincas apenas se ha devaluado un 10%. Para el director de fincas rústicas de Gilmar, Juan Fraile, esto se debe a que "invertir en campo siempre ha sido muy buena inversión, porque el campo no pierde tanto el valor, es algo que siempre está ahí".
Y la desconfianza que asola ahora al sistema financiero, le proporciana a los terrenos rústicos, un nuevo valor añadido.