La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, ha reclamado a los líderes de los países del G-20, que se reunirán este fin de semana en la localidad china de Hangzhou, la adopción de medidas "contundentes" con el fin de evitar un largo periodo de crecimiento "decepcionante".
En este sentido, Lagarde recuerda que 2016 será el quinto año consecutivo en el que el crecimiento del PIB mundial se situará por debajo de su media a largo plazo del 3,7%, con bastantes posibilidades de que 2017 sea el sexto año, lo que supondría el periodo más largo de debilidad económica mundial desde principios de los años 90.
"Son necesarias medidas contundentes para evitar caer en lo que me temo que podría convertirse en una trampa de bajo crecimiento", apunta Lagarde en un momento en el que advierte de que "el péndulo político" amenaza con moverse en contra de la apertura económica.
De hecho, la directora del FMI considera que la debilidad del crecimiento económico mundial interactúa con la creciente desigualdad alimentando un clima político en el que las reformas se interrumpen y los países recurren a políticas orientadas a sí mismos.
En este sentido, Lagarde señala que una muestra representativa de las economías avanzadas apunta a un incremento del 40% en los últimos 20 años de los ingresos del 10% del segmento de población más rico, mientras la mejoría de aquellos en la parte baja ha sido modesta.
Entre las medidas necesarias, la directora del FMI señala la importancia de impulsar la demanda en las economías que operan por debajo de su capacidad, algo hasta ahora en manos de los bancos centrales, que en muchos casos se encuentran cerca del límite inferior de su política monetaria, lo que implica que la política fiscal debe cobrar mayor relevancia, aprovechando los bajos tipos de interés para impulsar la inversión pública y mejorar las infraestructuras.
Asimismo, Lagarde pide acometer reformas estructurales, ya que considera que los países del G-20 "no están haciendo lo suficiente en esta área", así como medidas que refuercen el comercio mundial reduciendo costes y eliminando barreras comerciales.
"Se necesita coraje político para implementar esta agenda", afirma Lagarde, quien advierte, sin embargo, de que la inacción "amenaza con revertir la integración económica global", deteniendo el motor que durante décadas ha generado y distribuido riqueza por el mundo. "Un riesgo demasiado grande", concluye Lagarde.