Las bolsas de China volvieron a caer, aunque de forma más atenuada que ayer, lunes, que fue su peor día desde 2007 y que ya está siendo investigado por las autoridades del país por "posibles irregularidades".
El índice general de la Bolsa de Shanghái, principal indicador de referencia de los parqués chinos, perdió hoy un 1,68 por ciento, mientras que el de la Bolsa de Shenzhen, la segunda más importante del país, se dejó un 1,41%.
Aunque la Bolsa de Shanghái empezó el día con retrocesos superiores al 4 por ciento y llegó a desplomarse más de un 5 por ciento durante la primera mitad de la sesión, finalmente la situación se fue moderando.
Los retrocesos registrados hoy fueron más suaves que los de la víspera, cuando el índice shanghainés se desplomó un 8,48 por ciento en su hundimiento más abultado desde el 27 de febrero de 2007 y Shenzhen se hundió otro 7,59 por ciento.
La sesión del lunes se convirtió en objeto de una investigación abierta por la Comisión Reguladora del Mercado de Valores de China (CRMV), según anunció el portavoz del regulador bursátil Zhang Xiaojun en un escueto comunicado emitido tras el cierre de las bolsas, que busca tranquilizar a los mercados.
La Comisión Reguladora del Mercado de Valores de China, que ya aseguró a última hora de este lunes que las instituciones financieras del Estado continuarán comprando acciones para tratar de estabilizar las bolsas, también tiene abierta una investigación sobre el desplome que experimentaron los mercados chinos a partir de mediados de junio.
De hecho, el regulador está ya sobre la pista de nueve empresas listadas en el país, de las que sospecha que vendió sus acciones durante aquellos días críticos de una manera ilícita, aunque las pesquisas parecen sobre todo dirigidas a mantener estable la confianza de esos 90 millones de inversores individuales.
EL BANCO CENTRAL CHINO GARANTIZA EL MANTENIMIENTO DE LA LIQUIDEZ
La recuperación de hoy también se vio favorecida por el mensaje lanzado por el banco central de que mantendrá la liquidez en el mercado en un nivel "razonable y apropiado", y de que ve la inflación china estable.
Además, la entidad aseguró que -pese a algunos datos macroeconómicos negativos publicados recientemente- los fundamentos de la economía nacional siguen siendo positivos, por lo que seguirá manteniendo la tasa cambiaria del yuan estable y apoyando el crecimiento de la economía real durante la segunda mitad del año.
Las caídas coincidieron con el anuncio, ayer, por parte de la Oficina Nacional de Estadísticas, de que los beneficios de las principales firmas industriales chinas han caído un 0,3 por ciento interanual en junio, en contraste con el crecimiento de un 0,6 por ciento interanual que registraron en mayo.
El índice gerente de compras a la producción (PMI) de China de la revista económica Caixin, publicado el viernes, también aumentó su contracción en julio, hasta los 48,2 puntos, por debajo de los 49,4 de junio (un resultado por debajo de 50 indica contracción, mientras que por encima de 50 marcaría expansión).
Las sesiones de hoy acabaron con cerca de la décima parte de sus empresas listadas, más de 300 firmas, suspendidas por alcanzar las máximas pérdidas diarias permitidas en China: un 10 por ciento.
En las dos últimas semanas parecía que la situación en las bolsas tendía a estabilizarse, y el martes pasado el referencial shanghainés llegó a superar la línea psicológica de los 4.000 puntos.
Con todo, Pekín anunció a principios de mes que no considerará que los parqués se han estabilizado hasta que el índice general de la Bolsa de Shanghái vuelva a superar al menos los 4.500 puntos.
Las caídas en Shanghái y Shenzhen parecen relacionadas una vez más a la volatilidad habitual en el mercado chino, muy sensible a los rumores y al ánimo de sus 90 millones de inversores individuales, en su mayoría aficionados sin nociones financieras, que han volcado sus ahorros en la renta variable.
Dado que su actividad supone cuatro quintas partes del volumen de negocio diario de las bolsas chinas, la actitud de estos inversores fue clave en los siete meses de burbuja alcista que hubo desde 2014 y en su fuerte pinchazo de junio y julio, que sólo pudo ser frenado con una fuerte intervención de las autoridades en los mercados.
La intervención de Pekín, con inyecciones de financiación para el crédito marginal (para que firmas y particulares lo puedan invertir en bolsa) y la movilización de entidades bajo control estatal, parecía haber frenado la sangría el pasado 9 de julio, pero los últimos acontecimientos han sembrado de nuevo las dudas.