Salvador Dalí, Pissarro, Giacometti, Antoni Tàpies o Eduardo Arroyo son algunos de los artistas que protagonizan las exposiciones que instituciones y museos han programado para la temporada estival.
El Museo del Prado sorprende una vez más a sus visitantes sacando a la luz sus tesoros en pequeño formato, en la exposición "La belleza encerrada". Un total de 281 obras forman un recorrido histórico-artístico que analiza los orígenes de las obras de pequeño formato y resume la colección del Prado más íntimo.
A la calidad y belleza de las obras, que se podrán contemplar hasta el 10 de noviembre, se une un espectacular montaje, en el que se han formado pequeños gabinetes enlazados con ventanas y puntos ciegos que permiten establecer diálogos entre las diferentes salas.
Alrededor de 350.000 personas han visitado ya la exposición en la que el Museo Reina Sofía despoja de la figura de Salvador Dalí todo el ruido mediático para mostrar la esencia de uno de los grandes artistas del siglo XX.
En el montaje cronológico, difícil de repetir y que se podrá contemplar hasta el 2 de septiembre, más de doscientas obras muestran todas las facetas complejas de un creador con una imaginación desbordante y una espléndida fantasía.
Hasta el 15 de septiembre se podrá visitar la exposición en la que el Museo Thyssen reivindica a Pisarro, en la primera gran exposición retrospectiva que se dedica en España a la obra del padre del impresionismo.
Un total de ochenta obras, la mayoría de ellas no exhibidas hasta ahora en nuestro país, forman un paseo cronológico por la trayectoria de la figura fundamental de este movimiento, articulado en función de los lugares en que vivió y trabajó, con especial atención al paisaje, género que domina en su producción.
"Giacometti. Terrenos de juego", hasta el 4 de agosto en la Sala Recoletos de la Fundación Mapfre, responde a las investigaciones sobre la concepción espacial que el escultor realizó a lo largo de toda su vida.
Con cerca de 190 piezas, entre esculturas, pinturas, dibujos, grabados y fotografías, la muestra parte de sus desconocidas esculturas surrealistas, concebidas como "tableros de juego", y donde el artista desarrolla su concepto de "escultura como lugar".