El valenciano Román vuelve a dar un serio toque de atención en Madrid

El joven diestro valenciano Román, que ya paseó un trofeo el pasado 15 de agosto en este mismo ruedo, volvió a a cortar una oreja en la corrida de hoy de la Feria de Otoño de Madrid, en un nuevo y serio toque de atención a base de decisión desnudo valor.

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Fuente Ymbro, de desigual remate y hechuras, pero todos con aparatosas y muy astifinas cornamentas. En conjunto, corrida de juego complejo y a la defensiva por su mansedumbre, en algunos casos, o por su falta de fuerzas, en otros.

Eugenio de Mora, de blanco y oro: pinchazo y estocada desprendida (ovación tras aviso); pinchazo y estocada (silencio).

Juan del Álamo, de tabaco y oro: estocada (silencio tras aviso); pinchazo hondo y dos descabellos (silencio).

Román, de verde botella y oro: estocada trasera desprendida (oreja con algunas protestas); pinchazo, estocada trasera y descabello (ovación tras aviso).

Entre las cuadrillas, Álvaro Rodríguez y Paco María destacaron picando con efectividad a cuarto y quinto.

Segundo festejo de la feria de Otoño de Madrid, con tres cuartos del aforo cubierto en tarde con rachas de viento.

----------------

UN VALOR SIN ADITIVOS

A la hora de hacer balance la temporada 2016, la que sobre el papel tenía que ser propicia a un relevo generacional en el escalafón de matadores, habrá que contar con más de dos y de tres nombres entre esos jóvenes espadas. Y uno de ellos habrá de ser el de Román, que, sin posibilidad aun de entrar en los grandes ciclos, sí que ha logrado dar dos serios aldabonazos en la plaza de Madrid.

Para conseguirlo, el aspirante valenciano volvió a poner hoy en evidencia sobre el ruedo de Las Ventas un valor muy puro, sin aditivos, con el que consiguió sobreponerse a las complejas condiciones de su lote de toros de Fuente Ymbro más allá de sus aún lógicas y evidentes imprecisiones técnicas.

Esa entrega sincera, fresca y por momentos inocente, esa manera de aguantar las inciertas embestidas sin perder la verticalidad y la compostura fue la que acabó valiéndole no sólo esa única oreja que se cortó en la corrida sino también un crédito aún mayor de cara a escalar posiciones la próxima campaña.

Ese solitario trofeo se lo cortó Román al tercero de la tarde, un mostrenco de bastas hechuras que acabó defendiéndose y haciendo hilo con incertidumbre en el último tercio, pero ante el que el valenciano no volvió nunca la cara hasta acabar obteniendo una recompensa que, a pesar de ciertas protestas, parecía impensable.

Con la vista puesta en una posible salida a hombros, Román volvió a poner toda la carne en el asador con el sexto, un manso declarado que se fue a la querencia de tablas, justo donde su matador se la volvió a jugar en un toma y daca arriesgado del que en dos ocasiones salió aparatosamente volteado por sendos descuidos provocados derivados de la relajada actitud con que afrontó el peligro.

A pesar de sus evidentes méritos, pues le robó al vareado y astifino ejemplar un puñado de estimables muletazos, no llegó esta otra faena a alcanzar el nivel suficiente para merecer un segundo premio. Pero, aun así, la tarde de Román en Las Ventas resultó en conjunto otra fuerte llamada de atención sobre su prometedor futuro.

La corrida de Fuente Ymbro, desigual y muy astifina, tuvo algún toro de ciertas opciones entre su complicado juego general, como fue el primero de la tarde.

Eugenio de Mora le cuajó dos excelentes tandas de derechazos de mano baja tras iniciar de rodillas la faena de muleta, aunque ahí se acabó todo: al cambiar de pitón, la faena decayó de golpe, igual que la movilidad sin clase del astado. Ya con el cuarto, manso y reservón, no tuvo el diestro toledano opción alguna.

También ofreció algunas posibilidades el segundo del encierro, que le cupo en suerte al salmantino Juan del Álamo en la que, desde luego, no fue su mejor tarde en Madrid, sobre todo por la falta de temple que mostró en sus dos faenas aceleradas.

Esa crispación y esa velocidad en las telas le impidieron aprovechar las estimables embestidas que le regaló ese toro, que acabó empeorando su condición por lo mucho que Del Álamo permitió que le tropezara las telas.

Mientras que, también destemplado, el de Salamanca no logró luego asentar las escasas fuerzas del afligido quinto que, aun así, en un descuido, le levantó los pies del suelo y le zarandeó aparatosamente de pitón a pitón, aunque sin mayores consecuencias.