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La imagen más conocida de Benito Pérez Galdós, un retrato que Joaquín Sorolla le pintó a sus 51 años y que vuelve a la memoria de gran parte del público al recordar al escritor, ha abandonado temporalmente desde este martes su domicilio habitual en Gran Canaria para ser exhibida en Madrid.

La Biblioteca Nacional será el nuevo hogar ocasional del cuadro con motivo de la exposición "La lengua y la palabra: 300 años de la Real Academia Española", programada del 27 de septiembre al 26 de enero próximos.

Para cumplir con ese compromiso, el conocido retrato, que se hizo aún más popular cuando se decidió utilizarlo como imagen de los ya extintos billetes de 1.000 pesetas, ha partido de la Casa Museo Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria rodeado de un protocolario ceremonial.

Personal de una empresa especializada en trasladar obras de arte, la conservadora encargada de esa pintura, María Cárdenes, periodistas y hasta la directora del museo, Victoria Galván, se han dado cita para la singular despedida, que ha seguido cuidadosos pasos programados para impedir que el viaje y la estancia lejos de casa pasen factura al cuadro.

UN VIAJE MUY CUIDADOSO

Pasos planeados a partir de "condiciones estrictas en cuanto a la conservación, manipulación, embalaje y traslado de la pieza" que se han establecido desde la institución de la que es propiedad, el Cabildo de Gran Canaria, que se lo compró a los nietos del escritor en 1973, según ha expuesto María Cárdenes.

Ella ha sido la encargada de supervisar toda la operación que rodea el viaje de este retrato de Sorolla a Madrid, adonde se trasladará para estar presente y comprobar que todo se ha hecho como se debía cuando el cuadro sea desembalado mañana por la tarde.

Antes de que partiera de la casa natal de Pérez Galdós, Cárdenes ha vigilado cómo se procedía a descolgar la obra de su emplazamiento habitual, ha verificado que su estado era el esperado y ha dirigido con precisión las labores encaminadas a efectuar con la mayor seguridad su embalaje.

Según ha expuesto, una pieza de arte tan significada puede sufrir daños con los cambios, por lo que debe ser tratada con sumo cuidado, evitando no solo que registre golpe alguno sino incluso que se invierta su posición habitual o que se vea afectada por variaciones bruscas de temperatura.

Por estas razones, el retrato ha sido introducido para su viaje en una caja especial, que cuenta con un refuerzo interno con salientes destinados a proteger el marco, posee aislamiento térmico y hasta elementos ideados para anular los efectos de posibles vibraciones.

Todas estas medidas se han adoptado para preservar la que es "la joya de la casa" del museo Pérez Galdós, en palabras de su directora.

La importancia de este cuadro, que Victoria Galván ha recordado que es uno de los dos que pintara del escritor su amigo Sorolla, junto a otro que le hizo siendo ya más mayor y que se conserva en la Sociedad Hispánica de Nueva York, era ya conocida por el propio retratado, según ha subrayado María Cárdenes.

De hecho, el propio Galdós, que guardaba en la casa de Santander donde residió muchos años esa obra, una vez que la prestó para una exposición de Sorolla que se hizo en Madrid, todavía en vida, redactó una carta dando a su jardinero detalladas instrucciones para que fuera trasladada de forma que no sufriera daño alguno, ha recordado.