Tras los Cuadri la semana torista seguió con los de Dolores Aguirre y la casta presente. Es la casta la que transmite emoción. Los de Dolores Aguirre la evidenciaron en bueno y en malo. El buen aficionado, no el tonto baba que grita a destiempo, pudo disfrutar de la casta.
Servidor cuando se hace presente sobre el ruedo incrementa su respeto y baja su nivel de exigencia. Así lo aprendí y así lo viví en la vigesimoquinta de San Isidro. Claro que, hay que ser aficionado para entender que los dos toros de Rafaelillo llevaban peligro en sus embestidas. Peligro sordo que pocos saben... verlo. Digno en el primero y corajudo en el cuarto Rafael se la jugó. Silencio en ambos, lo que se me hace poco en el cuarto tras la entera recetada. Claro que, ¡hay que saber verlo!
Alberto Lamelas lo intentó con el complicado segundo y se mostró más que dispuesto en el quinto, manejable que repetía, pero no tonto, cuyas ganas de huir, y de acabarse pronto le impidieron al jienense pasar de ovación con saludos.
Gómez del Pilar aprovechó al buen tercero. Noé recibió de largas, -la primera a portagayola-, y tras el brindis a El Chano realizó una faena basada en la diestra. Parecía Gómez del Pilar un torero placeado, ocupante de los primeros puestos, cuando no es así, aunque se le exigía como si lo fuese. Pidió paciencia y concluyó con derechazos sueltos, de uno en uno de gran intensidad, aunque carentes de ligazón. Una entera elevó el ritmo perdido, recalentó el ambiente y cortó una oreja.
En el sexto un desaprensivo le espetó que era un "engañabobos", cuando el único bobo era él, que ni sabía que estaba viendo una de Dolores Aguirre, y a tres toreros, tres héroes que en la vigesimoquinta de San Isidro dieron la cara y una lección de torería.
LA FICHA
Seis toros de Dolores Aguirre, de buena pero desigual presentación, por alzadas y remate, y de juego en general manso y con complicaciones por su genio defensivo, aunque alguno resultara más manejable que el resto.
Rafaelillo, de nazareno y oro: estocada atravesada que asoma y descabello (silencio); estocada trasera (silencio).
Alberto Lamelas, de azul noche y oro: estocada desprendida perpendicular y dos descabellos (silencio tras aviso); metisaca y estocada (ovación tras aviso).
Gómez del Pilar, de blanco y plata: estocada caída delantera (oreja protestada tras aviso); cuatro pinchazos y descabello (silencio tras aviso).
Entre las cuadrillas, Agustín Collado picó con efectividad al primero y Juan Navazo saludó tras banderillear al quinto. Dos tercios del aforo cubiertos (16.010 espectadores), en tarde de agradable temperatura.