Si retratar a alguien ya es difícil, mucho más complicado resulta si el retrato se lo tienes que hacer a un completo desconocido y en el breve lapso de tiempo que transcurre entre dos estaciones de Metro, justamente lo que hace la artista Claire de Montlivault en los vagones del suburbano de Madrid.
"El Metro tiene algo especial", explica De Montlivault, quien lo entiende como un lugar "antisocial, utilitario, de paso, donde la gente entra y sale" y que nada tiene que ver con las cafeterías austríacas donde esta pintora comenzó a practicar la disciplina del retrato a desconocidos.
Ha vivido en ciudades como Viena, Turín o Amsterdam y reconoce que allá donde ha estado, siempre le ha gustado "mirar la gente, imaginar su vida y pintar sus caras".
Al llegar a Madrid, allá por el año 2008, la pintora rápidamente descubrió las posibilidades artísticas de la capital, como ella misma recuerda.
"Había tantas caras diferentes, tanta vida en el día a día de la gente, todo el mundo tenía una historia y yo tenía que hacer algo con eso", explica De Motlivault, que a partir de ese momento decidió que debería pintar su interpretación personal de todas esas vidas y para ello probó suerte en el Metro.
"El primer día me tumbé en un vagón y empecé a pintar", explica la artista, que actualmente prefiere sentarse frente a alguien que despierte su interés para comenzar el retrato.
Cualquiera puede ser retratado, indica De Motlivault, quien subraya que esa persona sólo ha de tener "un detalle" que despierte su inspiración, como los ojos, unas manos o una bufanda, "algo especial".
Una vez manos a la obra, el retrato ha de elaborarse muy rápido, por lo que la artista se centra en "plasmar lo esencial" sobre el lienzo.
"Lo más difícil es que nunca sabes si la persona se va a bajar o no, por eso vas a lo esencial, coges lo que te transmite y lo coges rápido", aclara una artista, quien comenta que "si el retratado se queda tres paradas, es una suerte".
De Motlivault reconoce que "algunas veces" ha podido realizar el retrato en una sola parada, pero advierte que hacerlo en una, dos, tres o más estaciones de Metro depende de "los detalles que guarde la historia de cada persona".
Precisamente ellos, los protagonistas de sus retratos, "parecen no sentirse dignos de ser pintados", percibe la artista en virtud de la sorpresa en sus rostros al darse cuenta que una mujer, desde el asiento de enfrente, les toma como modelos de su obra.
"Están incómodos, sacan el teléfono, miran una revista, intentan ocuparse de algún modo", describe entre risas la francesa, quien sin embargo admite que la mayoría de gente "colabora".
Y no sólo colaboran los anónimos modelos, sino que la mayor parte de las personas que pueblan el vagón en esos instantes mágicos también se vuelca con el retrato y animan al modelo escogido con frases como "estás quedando muy bien", que aumentan aún más la incomodidad del retratado o le hacen soltar una relajante sonrisa.
"Se crea una atmósfera simpática", subraya la artista, que el pasado jueves inauguró la exposición "Miradas del Metro", que se puede disfrutar hasta el día 30 de enero en -cómo no- la Galería Expo Metro de la estación de Retiro.
Hay allí 82 retratos de personas anónimas que vieron alterada su rutina a su paso por el Metro cuando De Montlivault sacó sus pinceles y comenzó a elaborar un retrato a partir de las sensaciones que le transmitía.
Así que ya lo saben, si algún día van en el Metro y una mujer se sienta frente a ustedes y comienza a mirarle, no se preocupen porque sólo les está haciendo un retrato y no tienen escapatoria. Así es que por favor, aguarden al menos tres estaciones sentados, saldrán más guapos.