Su padre le dijo que se moriría de hambre como escritor, un oficio por el que se decantó tras fracasar en la pintura, confesó hoy en una entrevista el nuevo Premio Cervantes, el mexicano Fernando del Paso, todavía emocionado por la buena nueva de que recibirá ese galardón.
El autor de 80 años vive con su esposa en una colonia (barrio) de la ciudad mexicana de Guadalajara (oeste) cuyo nombre, La Calma, refleja la tranquilidad de la luminosa casa de dos pisos y pequeño jardín del matrimonio Del Paso, que se conoció antes de entrar en la universidad.
Una calma rota estos días por el incesante timbrar del teléfono y la constante llegada de periodistas que son atendidos por su enfermera, Lupita, y una empleada doméstica, la señora María.
Una de las llamadas interrumpe la entrevista. Es la nieta de Del Paso, Ixchel, casada con un irlandés y que les ha dado la que hasta ahora es su única bisnieta.
Además de Ixchel el matrimonio tuvo tres hijos más, uno de los cuales falleció "hace siete años más o menos", explica el entrevistado, que tiene además cinco nietos.
Nacido en Ciudad de México el 1 de abril de 1935, Del Paso viste una americana de lino de color pistacho, a juego con su corbata, unos elegantes zapatos de dos tonos y gafas de cristal amarillo.
La faceta "humorística" de su obra es la que más trascenderá de sus novelas a las nuevas generaciones, afirma cuando se le pregunta por su trayectoria, siempre modesto.
Revela que en estos momentos extraña especialmente a la editora española Carmen Balcells, a la que define como "una institución, no una agencia".
"Me duele muchísimo su muerte. Me dolió muchísimo, muchísimo, y ahora más", dice emocionado.
Luego, sale de su consternación para asegurar que está "muy contento, muy halagado, muy orgulloso" por el premio.
"Me siento muy bien porque amo mucho a España. El hecho de que hablen el mismo idioma que nosotros, qué coincidencia tan grande", dice socarrón.
"Es mi idioma, el idioma en el que dije 'mamá' por primera vez, en el que escribo. Que nuestra madre patria se preocupe de la literatura en Latinoamérica me llena de satisfacción", añade.
Percibe que esa lengua está "floreciendo y se está enriqueciendo cada vez más", gracias a su presencia en Estados Unidos.
Del Paso, que tiene entre sus obras "Viaje alrededor del Quijote", contesta con diplomacia sobre el influjo de Cervantes en su trabajo.
"Cuando me han preguntado de mis influencias he nombrado a Faulkner, a Joyce, a Dos Pasos, a Flauvert. Luego me preguntan 'por qué no has mencionado a los españoles'. 'Porque no son influencias, los llevo en la sangre', les digo", indica.
La faceta de diplomático, que desempeñó en París, es una de las muchas aristas de un hombre que se define como "subrenacentista", aunque sobre todo se reconoce como escritor.
"He dejado otras actividades por escribir pero nunca he dejado de escribir por otras", confiesa antes de matizar que estuvo a punto de convertirse en pintor: "Fracasé, por eso me puse a escribir".
Comenzó a leer a temprana edad las caricaturas de "Pancho y Ramón" y de "El príncipe valiente".
"El primer libro que me dieron mis padres fue 'Las mil y una noches', la edición censurada por supuesto, sin cosas tan divertidas como los incestos, la sodomía y todo eso", agrega.
Aquella experiencia le llenó "la cabeza de fantasía" y de allí se adentró más tarde en Salgari, Dumas, Sue, Verne.
Recuerda un poema que escribió para su madre cuando tenía diez años y que todavía conserva. "Es largo y muy cursi pero le tengo muchísimo cariño", cuenta.
Su progenitor, contable de profesión, no creyó que escribir fuera el oficio más recomendable para su hijo.
"Mi padre decía que me iba a morir de hambre y no. Por fortuna no me he muerto de hambre", constata.
Admite que desde que sufrió varios infartos cerebrales en los últimos años, de los que se le ve muy recuperado, no escribe y solo lee la prensa. No en vano también trabajó como periodista en medios como BBC y Radio Francia Internacional.
De sus grandes novelas, dice en tono jocoso que "José Trigo" (1966), que se acaba de reeditar, "tiene tantos propósitos que se convirtió un poco en un despropósito".
De "Noticias del imperio" (1987), considera que el tema central, la vida del emperador Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota, lo escogió a él y no a la inversa, pues desde que tenía "cuatro o cinco años" le fascinaron esas dos figuras del México del siglo XIX.
Gran exponente de la novela histórica, opina que en ese género "la documentación es la que sostiene a la imaginación", antes de reconocer que aún no ha tenido tiempo de pensar en su discurso cuando reciba el Premio Cervantes.
"Todavía no. Más o menos estoy elaborando algo en la cabeza", concluye.