Un montaje para un público inteligente, una de las óperas más geniales que existe, revolucionaria, coherente y "despeinada". Todo eso y más es "Macbeth", la producción que estrena el Real el próximo domingo con una inquietante dirección de escena firmada por Dmitri Tcherniakov y con voces "de oro".
Tcherniakov, el director musical, Teodor Currentzis, el director del Real, Ignacio García-Belenguer, y su intendente, Gerard Mortier, han presentado hoy esta coproducción de la Ópera de Novosibirsk (Rusia), donde se estrenó en 2008, y de la de París, que la acogió al año siguiente.
"Es una producción para un público inteligente. Quien solo venga a escuchar arias, que se quede en casa", ha propuesto Mortier, que se ha declarado un rendido "enamorado" de Verdi y de su propuesta sobre la obra inspirada en el texto de Shakespeare aunque con un libreto, de Francesco Maria Piave y Andrea Maffei, muy alejado de la poesía del inglés.
Verdi, ha dicho, "luchó toda su vida contra las convenciones" y "Macbeth", que compuso con 34 años, es la primera ópera "realmente revolucionaria musicalmente", luego vendría "Rigoletto" y "Simon Boccanegra", pero, "cuando se escucha 'La luce langue', el aria de Lady Macbeth en el segundo acto, es equiparable al 'credo' de Yago en 'Otello', es decir siempre trabajó en esa dirección".
"Macbeth" es, a su juicio, "una de las óperas más geniales que existen" por la reflexión que hace sobre el poder, por "lo actual" de su planteamiento y por su planteamiento del mal, "muy próximo a lo que plantea Lars von Trier en 'Dogville'".
Además, ha añadido, es una "suerte" poder hacer esta ópera con el mismo elenco que la estrenó en París, es decir, Kurrentzis, que ya dirigió en el Real a principios de año Iolanta" y "Perséfone", Tcherniakov, que hizo en ese teatro "Eugeni Oneguin", y los cantantes Violeta Urmana, "una revelación" para Mortier, y Dimitris Tiliakos.
La puesta en escena del ruso Tcherniakov, "con quien quieren trabajar todos los teatros", según Mortier, es "de todo menos rutinaria": propone que las brujas del original de Shakespeare sean los habitantes de una ciudad innominada que primero acogen y adulan a Macbeth para acabar manipulándole y jugando con él "como con un gato".
"Cuando Macbeth empieza a matar queda enteramente en sus manos. El conflicto es entre Macbeth y las brujas, no entre él y sus víctimas. Le compadecemos porque entendemos por qué ha llegado hasta ese extremo. Está solo y en infeliz", resume Tcherniakov.
Para Kurrentzis es una ópera "muy complicada porque es complicado querer a Macbeth: es un 'niño' nacido con grandes dificultades".
La versión de Tcherniakov, dice, se inserta en las "revoluciones artificiales" de la actualidad, es decir, ha detallado, "las de la Primavera árabe o la Naranja de Ucrania", animadas por las grandes potencias que acaban siendo enemigos y víctimas de las fuerzas que ellos mismos han ayudado a crear.
Verdi (1813-1901) "junta" en la obertura los elementos que van a aparecer en la ópera, es decir, la guerra, el amor, la locura y el poder pero sin "unirlos demasiado", según Kurrentzis.
"El tema del sonambulismo -ha afirmado- es en realidad el del amor, de un amor que no pudo ser. Es la sensación de estar en un mundo en el que el amor no existe, que no hay nada verdadero. Es como el teatro de sombras".
El compositor, ha agregado, vuelve en su música "al ascetismo de la cocina italiana. "Un tomate para cuatro y un poco de sal, sin más aditivos, sin propósito de gustar pero gusta", ha explicado.
"A partir de canciones del folclore, de las que cantamos cuando estamos tristes y que nos hacen pensar, Verdi construyó un tejido que usa en su revolución. Es un arte antiacadémico, despeinado y coherente", ha añadido el director griego.