Una corazonada, la intuición de años de investigación y finalmente una "casualidad" han llevado al archivero Jesús Villalmanzo a hallar un documento inédito con la firma original de Miguel de Cervantes que durante siglos había permanecido "dormido" en el Archivo del Reino de Valencia.
Se trata de la declaración como testigo que el escritor hizo ante la Justicia Criminal de Valencia el 8 de noviembre de 1580, durante su estancia en la capital valenciana, sobre si había visto durante su cautiverio en la cárcel de Argel a un pescador de Valencia al que se daba por muerto, según relata el archivero.
Aunque Villalmanzo señala que el escrito se encuentra en "perfecto estado", el documento pasará por el proceso de restauración y permanecerá en el archivo valenciano.
La historia de este hallazgo surgió durante la investigación que el archivero preparaba para el año cervantino sobre documentos inéditos referentes a Cervantes, al trinitato Fray Juan Gil y a varios mercaderes amigos de ambos personajes, para la revista "Anales cervantinos", del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Las indagaciones del archivero sacaron a la luz la relación del escritor con una rocambolesca historia tras la desaparición, en mayo de 1580, de un joven pescador del Grao de Valencia, Jeroni Planelles, a quien se relacionaba con una mujer de 30 años, viuda y madre de dos hijos, que había tenido "amores" con un viejo mercader mallorquín.
La desaparición de Planelles originó numerosas hipótesis, entre ellas el asesinato, incluso que fue descuartizado, por parte de varios mercaderes mallorquines, uno de ellos el hombre de avanzada edad con el que la joven mantuvo relaciones.
El padre del joven pescador desaparecido acusó a los mercaderes y se abrió un proceso que llevó a la detención de los supuestos autores de la muerte del pescador, que fueron encarcelados en la prisión valenciana de las Torres de Serranos.
Los mercaderes mantenían su inocencia y el caso conmocionó a la ciudad, que estaba dividida entre quienes defendían la inocencia de los mallorquines y les consideraban autores de asesinar al pescador cuyo cuerpo no aparecía, y desató apuestas por uno u otro bando.
Había noticias de pescadores que aseguraban haber visto al joven pescador en Mallorca, e incluso cautivo en Argel, adonde supuestamente había ido tras pasar por Peñíscola. Estos rumores aumentaban la cuantía de las apuestas.
La supuesta estancia de Planelles en Argel coincidía además con el periodo en el que Cervantes estuvo preso en esta ciudad, y ahí surge la conexión que llevó a Villalmanzo a continuar investigando sobre la relación del escritor con este asunto.
La colonia de mercaderes y pescadores mallorquines residentes en Valencia, entre ellos el comerciante Miquel Tauler, se ocuparon de la defensa de sus compañeros.
El juicio se llevó a cabo entre agosto y septiembre, y poco antes había llegado desde Mallorca el patrón de un navío que afirmó haber visto a Jeroni Planelles en Mallorca, en torno a la fiesta de Pentecostés, pero había que dar con su paradero para salvar a los acusados de su condena a muerte.
Tauler consiguió el testimonio de Cervantes y de su gran amigo el noble don Diego de Benavides, de que habían visto a un joven con las mismas características que Planelles en una cola junto a una veintena de pescadores y al padre Fray Gil en Argel, pero el mercader guardó esta información para sacar beneficio de las apuestas.
La testificación de Cervantes ante el Tribunal Criminal, durante su estancia en Valencia, transcrita en valenciano por el escribano del juzgado, se ha convertido en el documento más antiguo con la firma original del escritor, una "casualidad" a la que llegó Villalmanzo tras la revisión de numerosa documentación y en la que se obró el "milagro", porque fue el último papel que le quedaba por revisar.
Planelles regresó a Valencia el 11 de abril de 1581, con ayuda de Tauler, y los mercaderes cobraron sus abultadas apuestas después de que el pescador pasease por las calles y por la Lonja, como estaba establecido para poder cobrar el dinero.