A sus 72 años y con una larga y reconocida carrera, el cineasta cubano Fernando Pérez no deja de hacer películas con las que demuestra que "no hay que tener miedo a la vida", como su último trabajo, "Últimos días en La Habana", que se estrena mañana en España tras triunfar en el Festival de Málaga.
Una historia de amistad que contrapone dos personajes totalmente opuestos, Diego y Miguel, uno pura acción y el otro inmovilismo, una historia con la que Pérez trata "de motivar al espectador para que se plantee cómo actuaría, cuál sería su actitud, su acción o inacción" ante los problemas que la película muestra.
Más cercano al optimismo y al impulso de Diego, Pérez refleja en sus películas una actitud positiva pese a las situaciones que cuenta, a veces muy dramáticas, pero puro realismo de una sociedad cubana que conoce, crítica y ama a partes iguales, como reconoce en una entrevista con Efe.
"Suite Habana" (2003), una de sus películas más conocidas, narraba un día en la vida cotidiana de unos personajes reales. "Y desde hacía varios años sentía la necesidad de volver a esa realidad -explica-, a ese espacio que considero que es el más representativo de Cuba porque es el más popular, volver a esa Habana que yo camino y que quiero".
Lo hace con una historia de sentimientos, sobre la amistad de dos hombres a priori con poco o nada en común, uno enfermo y vitalista, que se enfrenta a sus últimos días de vida, y otro introvertido, silencioso y traumatizado, que sueña con salir de Cuba.
"Esa relación lleva al espectador a entender a esos personajes, no a juzgarlos por sus actitudes y conductas, que son bastante peculiares", resalta el cineasta de una película que partió de una historia escrita por un guionista no profesional, Abel Rodríguez.
Y que muestra una realidad cubana actual. Porque el filme se rodó en el verano de 2015, poco antes de que se anunciara la reanudación de las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y Cuba, pero la situación es casi la misma.
"Vivimos un momento donde se han propuesto cambios, transformaciones, modificaciones, que no se han convertido en un cambio fundamental de la realidad", reflexiona Pérez, que asegura que "hay muchas cosas que transformar y no se puede hacer de un momento para otro".
Pese a todo Pérez saca de nuevo su lado optimista para señalar que espera que esos cambios sean buenos para su país.
"Una parte de mi generación ve con mucha cautela los cambios en el orden económico porque tienen miedo de que reduzcan los valores espirituales, pero creo que no hay que tenerle miedo a la vida. La economía cubana, por circunstancias históricas ha tocado fondo y muchos logros sociales son insostenibles. Salir de ahí es difícil y dramático, pero no imposible", expone.
Unos cambios que él observa y muestra al mundo con su cine, muy comprometido socialmente.
"El cine y el arte no cambian ni transforman directamente la sociedad pero sí contribuyen a que los individuos dinamicen su pensamiento, vean las cosas con otra complejidad y creo que ese discurso artístico, más incluso que el político, es el que va a lograr algún día en este mundo tan controvertido y complejo, que pueda lograrse un mejoramiento humano", apunta el cineasta.
Su discurso cinematográfico se centra en las pequeñas historias como la de "Últimos días en La Habana", y a través de ellas retrata una realidad que se entiende en cualquier parte del mundo.
Como muestra, el premio del Público del último Festival de Málaga, que junto a la Biznaga de Oro al mejor largometraje iberoamericano, hicieron del filme uno de los triunfadores de la edición.
"No lo esperaba y además el premio del publico, eso sí fue un gran regalo por muchas consideraciones, porque cuando estaba filmando la película siempre pensaba que quizás el contexto en que se desarrolla, aunque es universal, tenía elementos mas identitarios para el público cubano y tenía cierta inquietud por ver como funcionaria con un publico no cubano y que en Málaga hayan reaccionado así es impresionante", recuerda emocionado.
Y de su estreno mañana en las salas españolas espera que abra nuevas ideas y perspectivas al público, especialmente a los más jóvenes, y que es establezca un diálogo con los espectadores.