Emilio Aragón nació en La Habana, hace 55 años, y nació payaso, como el resto de su familia. Y como ellos, se hizo músico, y actor, y empresario, y al final, se decidió por la dirección de largometrajes. Con el primero, Pájaros de papel, saldó una deuda familiar.
Y el segundo, dice, "ha sido un regalo". El cineasta se encuentra en Madrid con la colombiana Angie Cepeda y el gallego Luis Tosar, ambos convertidos en mexicanos por necesidades del guion, para promocionar el estreno, el próximo viernes, de Una noche en el Viejo México.
Una road-movie de alto voltaje sensible que reposa directamente en los hombros de Duvall, un octogenario ganador de un Óscar, que arrastra con su energía al resto del reparto, sobre todo, a su nieto Gally, Jeremy Irvine, y a la cantante y stripper Patty Waffers (Cepeda).
"Va sobre las segundas oportunidades y de lo cruel que puede ser el sistema con la tercera edad y de cómo este hombre se resiste a ser apartado, contra la sociedad, contra su entorno, porque quiere decidir el final de su vida. Y cuando ya está dispuesto a todo se entera de que tiene un nieto con el que pasa 24 horas en el Viejo México", resume el director.
Aragón sumerge una historia familiar y dolorosa en un ajuste de cuentas con narcotraficantes y la adereza con colorista decorado natural: Nuevo México el día de Todos los Santos, en plena celebración de la muerte.
Duvall es "la espina dorsal de la historia. Es una fuerza de la naturaleza, había días que parecía un caballo a punto de que le soltaran para empezar a galopar; es una leyenda viva del cine y creo que todos hemos aprendido con él", afirma Aragón, refrendado por el resto del equipo con total complicidad.
"Aparentemente no hace nada, tiene una simpleza trabajando que impresiona (...) Me puse nerviosa, y en una de las escenas en las que bailamos le metí unos cuantos pisotones, y eso que en teoría yo bailo bien", desvela Angie Cepeda, elegantísima en su ajustado vestido rojo. La colombiana asegura que, a punto de cumplir los cuarenta, se siente mejor que nunca, "llena y segura de sí misma".
"A medida que pasan los años te das cuenta de lo que es importante en tu vida, qué vale la pena, cuáles son los límites, qué vas a sacrificar, y ves que algunas cosas ya no son importantes", reflexiona.
"Él se organizaba muy bien su energía para trabajar, que la tiene un poco mermada. No quiero ni pensar lo que fue este hombre cuando hizo Apocalipse Now", se admira el gallego. Tosar es Panamá, un asesino a sueldo con muy mala puntería, algo muy necesario para que los protagonistas lleguen con bien al final.
"Es el jefe, el dueño del material, por eso no tiene puntería. Pero es que el malo tiene que disparar mal siempre, y su caballo ser lentísimo", apunta Tosar, absolutamente divertido al recordar las dificultades del operador de sonido para encontrar una frecuencia libre por la que comunicarse.
En Nuevo México, aclara, se mueven "los narcos de verdad, patrullas de policía, el ejército y todos los días había que hacer barridos para encontrar un canal".
El ganador de tres Goyas considera que esta es "una película muy esperanzadora; esto es lo que tienen los norteamericanos, que realmente se creen lo de las segundas oportunidades y que todo el mundo las merece; nosotros somos muy escépticos para eso".
La película pasa "de la comedia al drama continuamente, es una línea muy delgada y lo que hace que sea divertida", apunta el director, satisfecho de "no haber tenido miedo" de cruzar esas líneas.