La faceta más polémica y deslenguada de Dave Mustaine parece cosa del pasado, pues a su llegada hoy a Madrid para actuar dentro del Sonisphere 2013 y presentar el decimocuarto disco de su famosa banda, Megadeth hace una llamada al humanitarismo.
"Si mostrásemos más amor los unos por los otros, el mundo se arreglaría solo", dice a propósito del tema que titula este nuevo trabajo, "Super Collider", que se publica el martes y que toma prestado el nombre del acelerador de partículas del Centro Europeo de Física de Partículas (CERN), construyendo una metáfora sobre los efectos positivos del encuentro entre personas.
El tema, explica, trata sobre dos mendigos que se ayudan el uno al otro para hallar "un modo de vida mejor", una función que, en su opinión y pese a haberse declarado un ferviente cristiano, no cumplen ya las iglesias.
Aboga por ello a superar las diferencias y recuperar el espíritu de hermandad que ve perdido en el seno de EE.UU., dividida entre demócratas y republicanos.
Es la onda en la que se inscriben sus últimos años de carrera, tras reencontrarse, por ejemplo, con su antigua banda, Metallica, de la que fue expulsado a principios de los años 80 por sus problemas con ciertas adicciones y junto a la que Megadeth estuvo de gira en 2010.
En ese apartado, entra también su restablecida amistad con David Ellefson, el único miembro fundador de la banda que permanecía activo junto a Mustaine hasta que un desacuerdo económico entre ambos provocó una ausencia de ocho años del bajista, ya de vuelta.
Mustaine pocas veces se muerde la lengua y su biografía está plagada de polémicas. "Espero que los tiempos de controversia hayan quedado atrás. Si se trata de música, hablemos de música, ¿a quién le importa lo que yo creo?", comenta, antes de reconocer que "es realmente fácil" encontrar algo que echarle en cara.
En parte, achaca a eso su escaso éxito en los premios Grammy, "que es una especie de concurso de popularidad". Han estado nominados hasta en once ocasiones, aunque nunca se han llevado ningún gramófono dorado a casa.
"Tengo sentimientos mezclados: al principio sentía emoción, después empecé a sentir indiferencia y finalmente cierto sabor amargo cuando se lo empezaron a dar a gente como Trent Reznor, que me encanta, es mi amigo, pero él mismo dijo al recogerlo que aquel Grammy era mío", afirma sin cortapisas.
Evitar las polémicas gratuitas no significa ceñirse a lo políticamente correcto y en "Super Collider" abre el repertorio con un tema ("Kingmaker") que trata sobre las drogas, con las que tantos problemas tuvo en el pasado.
Respecto al inicio de su relación con ellas, se retrotrae a una complicada adolescencia, en la que estaba prácticamente solo.
"No tenía muchas opciones para sobrevivir a los 15 años", explica sobre sus inicios como traficante.
"Kingmaker" trata en cualquier caso sobre otro tipo de adicción, "muy extendida en EE.UU.", a los medicamentos contra el dolor, a cuyos efectos él se ha hecho prácticamente inmune.
Entonces surge la historia sobre la intervención quirúrgica a la que se sometió en el cuello hace unos dos años. Lo que parecía una hernia discal reveló después fragmentos de hueso roto en su médula espinal.
Otra "epidemia" de su país a la que dedica un aparte entre los nuevos temas, "Beginning of sorrow", es la de los padres ausentes.
"Esa canción trata del acto de la concepción, que es algo bello. Lo malvado es que el padre se marche", cuenta.
En "Don't turn your back" habla de "los amigos que pueden convertirse en enemigos" y en "Dance in the rain" aconseja aprender a bailar en la lluvia, porque opina que estos tiempos de crisis van para largo.
"¿Qué demonios está pasando con este mundo?", se pregunta entonces Mustaine, que valora gestos como el de sus compatriotas Bon Jovi, que actuarán gratis en España para devolver a su público el amor brindado durante tantos años.
"No soy un fan de su música, pero eso demuestra que Jon es un gran artista", comenta el músico, que actuará hoy en Rivas Vaciamadrid y mañana en el Parc del Fórum de Barcelona dentro del Sonisphere 2013.