El Museo Thyssen acoge hasta el 28 de enero de 2018 la exposición titulada "Hacia una pintura objetual" donde el artista César Paternosto "materializa" sus reflexiones teóricas sobre el cambio de paradigma pictórico que le llevó a "sacar" del lienzo su obra. El artista argentino ha explicado hoy, en la presentación de la muestra, que cuando el director artístico del Thyssen, Guillermo Solana, le encargó esta intervención sintió que "podría ver algo que había tenido siempre en su imaginación, pero sólo como reflexión teórica, ver las cosas que yo había escrito". "Y es tan real que parece un sueño", ha bromeado el octogenario.
El resultado es una exposición en la que los lienzos sin enmarcar del artista argentino conviven y dialogan con una selección de cuadros del Museo Thyssen Bornemisza: un Picasso, un Juan Gris, un Torres-García y tres Mondrian, el artista que fue piedra de toque para Paternosto.
"Piet Mondrian me rebajó mi pretensión de ser el único que pintaba los laterales", bromea Paternosto, quien más en serio ha señalado que, por el contrario, estudiar a Mondrian le hizo sentirse acompañado. "Con él me di cuenta de que lo que yo hacía era empujar mi obra hacia afuera", comenta.
Nacido en La Plata (Argentina), en 1931, Paternosto es una "figura de culto, no muy popular, ilustre y desconocida", según lo ha definido Solana, y alguien, en su opinión, "imprescindible" para la compresión del conceptualismo pictórico.
Solana ha contado que el artista salió de Buenos Aires con el golpe de estado de 1966 para asentarse en Nueva York donde realizó la mayor parte de sus investigaciones y desarrolló su obra. "Allí cruzó su propio itinerario con el de los artistas de comienzos del siglo XX que redescubrían la pintura como objeto frente a la ilusión renacentista que había convertido el lienzo en una ventana por la que ver reflejada la realidad visible", ha dicho Solana.
En Estados Unidos, Paternosto se encontró con "una tendencia a centrifugar la pintura fuera del bastidor", con las posibilidades del plano frontal "agotadas" y un "presunto fin de la pintura". "Paternosto dio un giro astuto e irónico y creo la mirada oblicua; de frente lo que se ve es nada -explica Solana-. La mirada tiene que ir en busca de la pintura, que se esconde, se vuelve tímida, y solo se entrega al ojo que vaya en su busca".
El argentino agrega que, durante años, estuvo "coqueteando" con la escultura y que fue en Nueva York donde tomó conciencia de cómo interiorizaba los estímulos artísticos del momento.
A su llegada a Estados Unidos, explica Paternosto, se llevaba el minimalismo y se sentía "una presión para expandir los límites de la respuesta artística y, a la vez, se gestaba el conceptualismo". Se llegaba a prescindir del objeto hasta el punto de encontrar papelitos en la pared donde explicaban la esencia de la obra, sin obra, lo cual le resultaba "irritante".
"Pero también muy estimulante", reconoce, de modo que "todo eso fermentó y se quedó de algún modo en mi subconsciente. Tenía la provocación del despojamiento y a la vez la necesidad de volver a la pintura pero de una manera crítica, o revisionista", apunta.
Así, acabó por blanquear el frente de la tela y expandir el borde del cuadro para "provocar una lectura dinámica, cercana a una escultura, en secuencia con la pintura y la propia pared, lo que obliga a una percepción oblicua", resume.
La muestra, incluida en la entrada general al museo, ocupa una sala del primer piso a la que da la bienvenida una de sus obras más conocidas, "Red Trío #6" (2015), propiedad del autor y normalmente expuesta en Segovia, donde el reside el artista desde hace una década.