Si Buero Vallejo se hubiera centrado en el dibujo en vez de en el teatro, hoy se podría decir que se adelantó en el trazo al ilustrador Robert Crumb, algo que se puede comprobar desde hoy en la Biblioteca Nacional en la exposición "Del Dibujo a la palabra", organizada con motivo del centenario del autor.
Nacido un 29 de septiembre de 1916 en Guadalajara, a Antonio Buero Vallejo obras como "Historia de una escalera", "En la ardiente oscuridad" o "Madrugada" le han convertido en uno de los dramaturgos más importantes del s.XX español.
Una vida dedicada a las letras que quiere resaltar la Biblioteca Nacional hasta el 6 de noviembre aunque también se ha detenido en su primera vocación: el dibujo.
Dividida en dos salas diferentes, en la primera (Antesala del Salón de Lectura), y rodeados por los cuadros de algunos de sus amigos como José Hierro o Miguel Delibes, se encuentran ejemplares de todas sus obras que introducen al visitante en este mundo de bambalinas, luces y sombras que creó.
Pero es en la sala Mínima donde el universo de Buero Vallejo se amplia, quizá por el desconocimiento que hay sobre cierta etapa temprana del autor. Y es que, el que fuera Premio Cervantes en 1986, y Max de Honor de las Artes Escénicas un año antes de fallecer en el año 2000, ingresó en 1934 en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid.
Porque Buero Vallejo quería ser pintor ya que el dibujo y la pintura ganaron terreno desde joven a todas las expresiones artísticas con las que tenía la necesidad de comunicarse. Una faceta artística que compartió con Alberti o García Lorca, de quienes hablaba cuando hacía referencia a su primera vocación antes de que llegara a su vida el teatro.
En "Del dibujo a la palabra" se podrán pasar las páginas de un ejemplar del "Libro de Estampas", publicado en 1993; una obra que recoge muchos de los dibujos que hizo en esta su primera vocación de Miguel Hernández, con quien coincidió en la prisión madrileña de Conde de Toreno.
"Buero Vallejo se aferró al dibujo cuando estuvo en la cárcel, fue una manera de afrontar esa falta de libertad", cuenta a Efe Álvaro Velázquez, el responsable de la selección del material de la muestra.
Aunque si un dibujo destaca, y el original se encuentra resguardado en una de las vitrinas de esta sala Mínima, es el retrato que hizo en 1941 del comandante del ejército republicano Narciso Julián, también compañero de prisión, pero en la de El Dueso.
Junto a ella reposa una de las rarezas encontradas por Velázquez, el retrato de Gustavo Doré.
Pero son los dibujos que realizó para "La Voz de la Sanidad de la XV División" y "La Voz de la Sanidad del ejército de Levante" (1937-1938), los que nos muestran a un dibujante de línea corta y certera, casi puntillista, que hacen que los dibujos del rey del cómic "underground", Robert Crumb (Filadelfia, EE.UU, 1943) parezcan estar inspirados en los del manchego, en el trazo, no en su contenido.
También llaman la atención los que realizó del médico húngaro Óscar Goryan o Santiago Ramón y Cajal, a quien dibujó en contra picado y de cuerpo entero con una mirada perdida al frente. Y llamativos resultan los esquemáticos dibujos que hizo en los años de guerra sobre los movimientos de las tropas.
Pero la Biblioteca Nacional ha puesto a disposición de los visitantes otras imágenes, en concreto fotografías, realizadas por Juan Gyenes, amigo de Buero Vallejo y responsable de que podamos recordar momentos de los ensayos de algunas de sus obras.
Precisamente, es una de estas instantáneas, en la que sale el autor junto a la actriz María Asquerino (1953) durante el ensayo de "Madrugada" la que da la bienvenida a esta muestra que recuerda que hace 100 años nació uno de los hombres más importantes del teatro español.