Diego Rivera fue un apasionado de las vanguardias, fruto de su etapa en París en 1912. Ahora el Museo Lázaro Galdiano muestra, por primera vez en España, el monumental "Retrato de Adolfo Best Maugard", una obra del pintor mexicano, ejemplo de estas influencias artísticas.
La obra de Diego Rivera (Guanajuato, 1886-Ciudad de México, 1957) se podrá visitar hasta el 18 de junio en el Lázaro Galdeano dentro del programa "Arte invitado", gracias al acuerdo de colaboración firmado entre este museo madrileño y el Museo Nacional de Arte, INBA, que conserva, estudia y difunde el arte mexicano e internacional comprendido entre el siglo XVI y la primera mitad del XX.
El cuadro, que ingresó en la colección del museo mexicano en 1983 gracias a la donación de Arturo Arnaiz y Freg, es una oportunidad para disfrutar de otra visión de Diego Rivera, considerado uno de los pintores americanos más simbólicos del siglo XX.
Diego Rivera se instaló en la capital francesa en 1912 con su esposa,la pintora rusa Angelina Beloff (1879-1969), después de una breve estancia en Madrid y de haber viajado por París, Londres y diversas ciudades belgas.
La pareja se alojó en el bohemio barrio de Montparnasse, donde entablaron relación con Picasso, Braque, Delaunay, Mondrian, Modigliani o Chagall, así como con varios integrantes del movimiento futurista italiano.
Además coincidieron también con artistas mexicanos como Zárraga, Montenegro y Best Maugard (Ciudad de México,1891-Atenas, 1964),
En el monumental retrato (mide 262x 165) pintado por Rivera se puede apreciar un reflejo de los experimentos que por entonces realizaba Delaunay, con un abandono del cubismo y de las formas geométricas en favor de un estilo más colorista, luminoso y abstracto.
Y sobre todo en el cuadro de Rivera se percibe la influencia del movimiento futurista fundado por Marinetti, cuyo manifiesto, redactado en 1909, promovía la "fe" en las máquinas.
La elegante figura de Best Maugard, retratado como un dandi, se contrapone al paisaje urbano de la Estación de Montparnasse, confundiéndose el vapor de la locomotora con el humo de las chimeneas de las fábricas.
Siguiendo los postulados futuristas, Rivera representa, mediante la multiplicación de líneas y formas geométricas, la velocidad, la tecnología, el mundo moderno que va dejando atrás el pasado.
Una noria gigante, cuyo eje coincide con la mano enguantada, centra la composición. Se trata de la noria construida en 1900 para la Exposición Universal que se instaló en el Campo de Marte, junto a la Galería de las Máquinas, en la avenida Suffren, todo un referente de la modernidad.