Aballí da visibilidad a lo invisible de lo cotidiano en el Reina Sofía

Ignasi Aballí, uno de los referentes del arte conceptual contemporáneo, da una nueva interpretación a objetos cotidianos como el polvo, las pelusas del filtro de una secadora o palabras recortadas de diarios en "sin principio/sin final", la exposición antológica que acoge el Museo Reina Sofía.

Concebida para una docena de salas y espacios del edificio Sabatini, donde permanecerá hasta el 14 de marzo de 2016, la muestra discurre por los últimos diez años del prolífico artista barcelonés, ganador de la última edición del prestigioso Premio Internacional Joan Miró, incluyendo algunas obras que se presentan por primera vez al público.

Un público al que Aballí otorga "un papel fundamental" para que "imagine su propia biblioteca" a partir de partes de libros sin explicitar o que imagine el exterior a través de textos escritos en las ventanas.

"El espectador es el 50 % de nuestro trabajo, quien acaba legitimando lo que proponemos como obra: si tiene sentido, valor, si le sirve para algo. Es tan fundamental como el propio artista", ha dicho hoy en la presentación de una antológica rebosante de un espíritu crítico no siempre evidente, que va desde los propios museos al sistema capitalista.

Aballí, un "líder del color" en palabras del comisario de la muestra, Joao Fernandes, convierte diez paredes del Reina Sofía en obras de arte, pintándolas en distintos tonos de blanco, y sobre ellos cuelga sus otros trabajos en una especie de "capas de lectura de obras en las que, en función de la capacidad de cada uno, se puede ir más o menos a fondo".

Entre esas obras colgadas figuran fotografías de carteles que ha encontrado en museos del mundo, normalmente con prohibiciones de tocar o avisos de espacios vigilados con cámaras, que este artista invita a saltarse en "Gente", paredes blancas salpicadas de marcas de zapatos de personas que se han apoyado, algo que podrán hacer los visitantes.

También cuestiona el orden económico mundial en su serie de cuadros cromáticos elaborados con virutas de billetes, desde 10 a 500 euros, destruidos por los bancos. Surgen desde la idea de que "un material que ya no vale, el dinero triturado, se revaloriza, y también desde la idea del reciclaje y la reutilización".

La misma que siguen sus cuadros elaborados con polvo o los restos textiles encontrados en el filtro de una secadora. "El polvo se rechaza; volver a ponerlo en primer plano es volver a plantearlo como material válido y cuestionar el valor en sí mismo de muchas cosas", ha explicado.

El color ocupa una parte importante de "sin principio/sin final", resultado de su "desencuentro" con la pintura tradicional, que quiere interpretar desde otro punto de vista: "la relación entre pintura y lenguaje" traducida en cuadros que recogen la desconcertante multitud de nombres que existen para los distintos tonos de rojo, azul o amarillo.

Otro elemento destacado es la poesía visual que construye a base de recortes de palabras aparecidas en páginas de periódicos, que ordena para denunciar la violencia o construir un atlas del planeta.

"Todo este trabajo de poesía visual está hecho de fragmentos que han formado parte de la realidad, no están escritos por mí ni inventados (...). Es poesía vinculada a la realidad, yo solo he sacado las palabras de su contexto y las he reordenado para darle otra lectura. Los muertos (que aparecen en cifras) siguen siendo realidad", señala.

Tanto el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, como el comisario de la muestra y el propio Aballí han subrayado el papel activo que debe tener el espectador ante "sin principio/ni final", porque no se encuentra ante relatos, sino ante situaciones a las que tiene que dar un significado y que constituyen una llamada a su inteligencia.