Madrileños por el Mundo se ha ido en esta ocasión a 1700 kilómetros de distancia de Madrid para recorrer y conocer el Norte de Alemania. Un destino con frías temperaturas pero con un acogedor ambiente por sus gentes, sus calles, sus igleisas y catedrales y sus monumentos e historia.
Empezamos nuestro viaje norteño citándonos en la ciudad de Bremen con Mónica, una madrileña del barrio de Moratalaz que, como tantos otros y otras, dejó su patria y emigró por amor y por trabajo.
Bremen es conocida por algunos como la 'Roma del norte', y es un centro turístico de gran calado. De hecho, es ciudad Patrimonio de la Humanidad desde el año 2004. En nuestro recorrido por el centro histórico de la ciudad, uno de los puntos de obligada visita es la famosa estatua de los músicos de Bremen. Son el símbolo de la ciudad por excelencia: el burro, el gato, el perro y el gallo. Todos nos acordamos de ellos por los mundialmente famosos cuentos de los hermanos Grimm. La tradición dice que cuando llegues a Bremen, debes ir a la estatua y tocarle las patas al burro. Entonces, el deseo que pidas se cumplirá...
De ahí, llegamos a Böttcherstrasse, una calle de cuento en el casco histórico de Bremen y en cuya entrada encontramos un relieve que fue un tributo a Hitler: Lichtbringer ("Quien trae la Luz") de Hoetger, abril de 1936, intentando glorificar la "victoria de nuestro fürher sobre las fuerzas del mal". Este relieve es el paso a la calle. Historias aparte, es un punto turístico clave en Bremen por su conservado aspecto medieval. Al final de la calle, nos topamos con la casa de Ludwig Roselius, inventor del café descafeinado. Conocemos su curiosa historia.
En el mismísimo centro de la ciudad, pisando literalmente lacruz Hanseática, observamos en 360 grados la belleza de este lugar. Nos encontramos en la Plaza del Mercado y es un patrimonio de la Humanidad por su belleza e historia. La casa del comercio, el ayuntamiento, la catedral y otros edificios con encanto rodean esta plaza monumental. Justo debajo del Ayuntamiento, nos sorprendemos encontrando una bodega con mucha historia.
Tras dejar la Plaza, entramos en Schnoor, un pequeño barrio de cuento con casas de diferentes colores unidas como perlas en una cuerda. Son casas de artesanos y cada rincón de esta calle es un auténtico tesoro. Acabamos nuestro recorrido con Mónica haciendo, literalmente, botellón. Para no perdérselo.
Nuestro siguiente objetivo por el Norte teutón es la ciudad de Hannover, la capital de la Baja Sajonia. Allí, en su aeropuerto, nos citamos con Alejandro, un piloto madrileño de Campo de las Naciones. Tras enseñarnos su barrio y su afición por los colores del Atlético de Madrid, nos desplazamos hasta la estación de Hannover, auténtico centro neurálgico de la ciudad. Frente a la estación nos encontramos la estatua de Ernesto de Hanover, que para la ciudad significa algo así como el oso y el madroño de Madrid.
Nos sorprende la modernidad de los edificios de Hannover y Alejandro nos cuenta que los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial arrasaron el 90% de la ciudad y por eso ahora tiene un aspecto tan moderno, después de las reconstrucciones.
Vemos el reloj de Kröpcke, un monumento simbólico en la ciudad pues fue prácticamente lo único que quedó en pie después de los bombardeos.
Alejandro nos cuenta que Alemania ha aumentado las medidas de seguridad en las ciudades tras los recientes atentados del terrorismo islámico en París. De hecho, Alemania es uno de los países amenazados por esta lacra terrorista.
Siguiendo con la actualidad, llegamos a una plaza plagada de tiendas de campaña. Son los refugiados sirios... Y es que Alemania es el país de la Unión Europea que más peticiones de asilo recibe al año.
Visitamos el antiguo ayuntamiento de la ciudad antes de los bombardeos. Una espectacular construcción de estilo gótico que nos recuerda cómo fue antes la ciudad. Y después de lo antiguo, pasamos a ver el nuevo Ayuntamiento, toda una postal para el visitante que tardó 20 años en construirse. Conocemos la historia del lago que lo baña.
Si los turistas se pierden por Hannover, no tienen más que seguir la Roten Faden o línea roja que recorre aproximadamente 4 kilómetros de la ciudad mostrando los 36 puntos más turísticos. Desde luego, una idea muy práctica, como los alemanes en sí mismos.
La ruta incluye algunos puntos imperdibles: El Monumento a Ernest August Platz; la Plaza Krepco; el Ayuntamiento medieval y el nuevo; la Opera; Maschpark; las calles mas tradicionales con las típicas fachadas antiguas de sus tabernas; el mercado antiguo; el Parlamento; el Museo de Sprengel; el Museo de Kestner o la Milla de las Esculturas.
Tras recorrer la línea roja, nos desplazamos a 20 kilómetros de Hannover para visitar en Pattensen el castillo de Marienburg, propiedad de Ernesto de Hannover, el ex marido de Carolina de Mónaco. Lo conocemos por dentro y nos maravillamos desde lo alto con unas postales del norte alemán.
Dejamos el castillo y nos vamos hasta Hamelin, un pueblo de cuento con leyenda incluída. Conocemos la fábula del flautista en un lugar con encanto. Fábulas aparte, Hamelín está enclavada en las montañas de Wéser y tiene más atractivos, como la fábrica de vidrio que visitamos en la 'Torre del polvorín'.
A nuestro siguiente madrileño, Guillermo -madrileño de La Fortuna de Leganés-, lo encontramos un tranvía con parada en Brunswick, una ciudad que fue centro económico y político en el Norte de Europa durante la Edad Media. Actualmente es conocida como la ciudad de la ciencia en Alemania. Visitamos el castillo de Dankwarderode, que alberga el león más famoso de la ciudad. Conocemos su historia.
Tras conocer el centro de trabajo de Guillermo, que se dedica a la microbiología, conocemos 'la casa más feliz del mundo'. En realidad son las oficinas de la tienda de ropa NewYorker. Continuamos el paseo visitando sus calles con una arquitectura muy característica (de paredes entramadas de madera). La historia de sus iglesias y palacios nos adentran en el auténtico ambiente teutón.
Nuestro último madrileño es Javier, del barrio de Hortaleza, un investigador en robótica espacial, nos recibe haciendo running por el Bürgerpark de Bremen, el equivalente al Retiro madrileño. Nos enseña su barrio, frente al parque y visitamos su centro de trabajo, dedicado a la investigación de la inteligencia artificial.
De vuelta a la ciudad, visitamos el último taller de platería de Alemania. Como curiosidad, aquí se fabrica la Copa de la Champions League de fútbol. Vemos su proceso de fabricación.
Salimos de la ciudad, a 60 kilómetros aproximadamente para acercarnos a Blumenthal, donde encontramos un bunker de la Segunda Guerra Mundial, el Valentín Bunker.
Por último nos acercamos hasta Hamburgo para conocer un campo de concentración alemán. Visitamos el Universum Bremen, un museo de la ciencia y nos despedimos en el 'barrio rojo' de Bremen. Todo un viaje inolvidable por el Norte de Alemania.