Jesús Hurtado es un madrileño amante del atletismo desde muy pequeño. En 1964 y 1965 se plantó en la línea de salida de la recién creada San Silvestre vallecana, carrera que entonces se llamaba Gran Premio de Vallecas, y terminó ganando la carrera vistiendo la camiseta del Real Madrid, que entonces contaba con una sección de atletismo.
Jesús es un entrañable señor de 83 años que en su época de mayor esplendor lo ganaba todo y Franco llegó a entregarle el premio de ganador hasta tres veces. Hasta el punto de que el máximo dirigente español le perguntó que si necesitaba alguna cosa y Jesús, ni corto ni perezoso, le pidió un piso. El Generalísimo le concedió un chalet en Mirasierra, donde vive actualmente.
Jesús cuenta con mucha gracia lo poco que ganaba entonces por ser un campeón: un trofeo y un salchichón por ganar la San Silvestre. Y reconoce que hoy sería millonario.
Las dos ediciones que ganó de la última carrera del año utilizó unas zapatillas como las que se usan habitualmente para salir de casa, unas bambas como dice el propio Hurtado, que reconoce que el atletismo ha sido muy importante en su vida, porque le dio la casa en la que vive, le ha permitido recorrer el mundo y también le ha servido para aprender a leer y escribir.
Todo un personaje este Jesús Hurtado, que además tiene su continuidad en su hijo, de 15 años, que se llama como él, y que ya empieza a despuntar en las categorías inferiores del atletismo madrileño.
