Jesús García Bragado | EFE
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El atleta español Jesús Ángel García Bragado (Madrid, 1969) no le teme a la retirada porque tiene un plan para cuando complete la última marcha de su vida en los Juegos Olímpicos de Tokio: ser podólogo y entrenador.

¿Anímicamente cómo está llevando la incertidumbre y la falta de competiciones?

Lo que me afecta más a mí es el hecho de no poder viajar y desplazarme a la hora que quiero, porque me gustaría ir a Madrid con más frecuencia para ver a mis padres. Desde principios de octubre no he podido. Pero vamos, como cualquier otro hijo de vecino.

¿Los deportistas de élite aún están restringiendo más el contacto social por el perjuicio en el estado de forma que les supone coger el virus?

Sí, pero a mí me ha resultado menos complicado porque practico un deporte individual y estoy acostumbrado a entrenarme solo. No me cambia demasiado lo que hacía habitualmente. Los fines de semana si no está aquí mi pareja estoy solo. Es algo que llevo más o menos bien.

Hay personas que nos gusta más la soledad y otras a las que les gusta menos. Además, yo estoy en el gremio de la podología y muchas de las medidas higiénicas que ahora tenemos que tomar como profesional yo ya las estaba realizando en clínica antes de la pandemia.

¿La podología será su futuro una vez se retire en Tokio?

En 2021 ya estaré trabajando en la calle como podólogo. En ese aspecto me siento afortunado. Además, dispondré de tiempo para dedicarlo al atletismo como entrenador. Tengo muy claro hacia dónde quiero enfocar mi futuro.

Así, ¿no teme el momento de la retirada como les sucede a muchos deportistas?

No lo temo porque tengo un plan al respecto para ese momento. Lo malo es si terminas tu carrera deportiva y no sabes qué hacer con tu vida.

Entonces se generan determinados problemas. Yo he tenido la suerte de retrasar mucho mi retirada deportiva y durante todos estos años he contado con tiempo suficiente para pensar hacia dónde quiero encaminar el resto de mi vida profesional.

La podología es una profesión que tenía aparcada y, en los últimos años, he podido reciclarme. Ya me gustaría estar metido de lleno en ella, pero obviamente el retraso de los Juegos Olímpicos ha pospuesto también este momento.

Si posees una formación, como es mi caso, tienes las ideas más claras sobre qué hacer después de acabar una carrera deportiva.

¿Le ha enseñado algo la pandemia?

Empiezas a relativizar todo y a darte cuenta de lo que es importante y lo que no. Y quizá no le das tanta relevancia a los aspectos económicos, aunque la tienen.

Cuando tienes cerca a alguien que está sufriendo el virus las demás cosas quedan en un segundo plano, y quien más quien menos este año ha tenido noticias de fallecimientos de personas cercanas.

Nuestra vida siempre pende de un hilo y estamos inmersos en preocupaciones que son más relativas que reales. Tenemos que ser más filosóficos.

A pesar de todo, ¿se está pudiendo preparar para los Juegos Olímpicos con normalidad?

Actualmente más allá de ajustarnos al toque de queda que hay a partir de las 22.00 horas en Cataluña, los atletas de élite no tenemos ninguna otra restricción. Yo entrenaba hasta las 21.30 horas en el gimnasio del CAR de Sant Cugat y ahora acabo a las 21.

También he tenido que dejar de ir a la piscina, algo que hacía un par de veces por semana y que me servía para regenerar después de los entrenamientos. Ahora, lo que esperamos es que haya competiciones en el 2021.

En febrero tendría que celebrarse el campeonato de España, el cual será un buen momento para conseguir la mínima para los Juegos, aunque el octavo puesto en el Mundial de Doha ya me da prioridad en la selección.

¿Es optimista de cara a la celebración de los Juegos?

Sí, porque hay muchas razones para pensar que no se van a suspender. Lo que no descarto es que pueda haber un pequeño aplazamiento y que sean en otoño.

Desde que hicieron el aplazamiento para el 2021, el Comité Olímpico está trabajando en un sistema de contingencia para que se celebren, aunque casi con toda certeza no van a ser los Juegos que nos esperábamos.

Habrá burbujas y supongo que cualquier persona que vaya a participar de una manera u otra en ellos tendrá que certificar que se ha puesto la vacuna si está disponible.

¿Cree que habrá público?

Serán unos Juegos con poco público, pero se celebrarán igual que estamos viendo fútbol sin público. El Comité Olímpico ha luchado para que no se suspendieran por miles de razones.

¿Cuáles son?

El movimiento olímpico actualmente tiene unas dimensiones mucho más grandes que cuando se suspendieron los Juegos en tiempos de guerras mundiales.

Hay derechos de televisión y compromisos con los patrocinadores, y suspenderlos generaría unas consecuencias económicas para el Comité Olímpico Internacional que harían que peligrara hasta su propia subsistencia en el futuro.

Y esto, de rebote, haría que también sufrieran las federaciones internacionales. Al deporte, como fenómeno de masas que es desde el siglo XX, no le interesa para nada que se suspendan los Juegos.

¿Le preocupa que su despedida en unos Juegos vaya a ser en estas condiciones?

Sí, claro. Me hubiera gustado ir a Tokio y que la despedida fuese de otra manera. La cosa ya empezó mal cuando se propuso que las pruebas de marcha atlética se hicieran fuera de Tokio por razones meteorologicas, básicamente por la calor y la humedad.

Las autoridades sanitarias tenían miedo de que sucediera algo grave y decidieron trasladar el evento a Sapporo, que está más al norte. No sé si esto sigue en pie después del surgimiento de la pandemia o si se hará todo en Tokio con el objetivo de crear burbujas.

Al final, la villa olímpica es un lugar donde se juntan entre 10.000 y 15.000 deportistas, entrenadores y equipos técnicos, y por mucho que quieran dispersar será complicado. La mejor solución será la vacunación.