Vídeo: Redacción | Foto:Telemadrid
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La clave está en trabajar inagotablemente la excelencia en el equilibrio defensa-ataque. Que sus equipos sean un granítico bloque que minimice al máximo las oportunidades del rival y, por tanto, que encaje cuanto menos mejor, y al tiempo que orquesten con rigor la estructura ofensiva. Durísimos son sus equipos al contragolpe. Se equivoca quien define el fútbol de Benítez como defensivo.

El madrileño es un estudioso irrefrenable –licenciado en INEF por la Politécnica de Madrid, diplomado en Ciencias Empresariales; investido doctor honoris causa por la Universidad Miguel Hernández de Elche por la aplicación de su metodología al entrenamiento futbolístico–. Trabaja los conceptos tácticos como muy pocos. Afina la estrategia. Compacta sus equipos, de los que pretende que no se rompan por la mitad durante los partidos de ninguna manera. Todos atacan y todos defienden. Y todo ello envuelto siempre de una visión moderna de visualizar el fútbol.

El preparador madrileño es insaciable a la hora de evolucionar y pulir su ideario futbolístico. Benítez no deja nada a la resolución del azar. Aquello de la suerte, de la fortuna, también lo trabaja en su cuartel general con profesionales de prestigio como Paco de Miguel, en la preparación física, o Xavi Valero, entrenador de porteros, o Antonio Gómez. Todos forman un grupo de trabajo que cuidan hasta el mínimo detalle.

Trata de adaptarse a la plantilla y el tipo de futbolista con los que cuenta. Los dibujos tácticos, una cuestión más de pizarra, se engarzan para proyectarlo en el césped. La base está en el 1-4-2-3-1, el 1-4-4-2 o incluso un 1-4-3-3. Exprime absolutamente a sus jugadores. No es suficiente el ciento por ciento, porque seguramente se puede dar un poco más. Es la habitual foto de sus equipos, y quizás del presumible Real Madrid de Rafa Benítez.