El fútbol reinó en un clásico en el que el Barcelona menos dogmático de los últimos tiempos se puso el mono de trabajo más modesto para batir a un Real Madrid (2-1) elegante, por momentos brillante, al que le faltó la pegada que tanto ha lucido en otros momentos de la historia.
En la previa ya se atisbaba que la temperatura extrafutbolística de este clásico era algo más baja que antaño. Lejos quedan esas épocas no muy lejanas en las que la guerra psicológica entre ambos equipos se jugaba también en la sala de prensa.
"VIVIR EL FÚTBOL CON RESPETO
Desde la llegada de Carlo Ancelotti las aguas han vuelto a su cauce y el balón es el centro de atención. Ni una palabra altisonante, ni una declaración polémica. Sólo fútbol y rivalidad, un elemento indispensable que nunca falla en estos partidos. No faltó el ruido ambiental, ni los silbidos cuando los blancos salieron a calentar en el tapete regado del templo azulgrana a las 20.14 horas. Fue una pitada sonora, pero corta.
Hizo caso el público del Camp Nou a las instrucciones del club de "vivir el fútbol con respeto" y esta vez al portugués no se le insultó. Eso sí, durante el calentamiento el Camp Nou coreó el nombre de Messi. Una prueba más de que el fútbol era el protagonista.
A las 20.58, saltaron los 22 futbolistas, sonaron los primeros compases del himno y, como ya es habitual en las grandes ocasiones, el técnico de sonido lo paró abruptamente y las cerca de 100.000 almas azulgranas lo cantaron 'a capela' mientras en las gradas se veía el mosaico azulgrana con un número 12 situado en el lateral del Camp Nou.
Rodó el balón y se siguió hablando de fútbol. Empezó con más ímpetu el Barcelona, un espejismo que le sirvió para adelantarse en el marcador con un tanto de Mathieu, un actor secundario que se colaba en la fiesta de la estrellas.
Sin embargo, la música la puso el Real Madrid en el primer tiempo superando a los azulgrana en la medular y ganando la partida de la posesión del balón, algo impensable hace unos años. Poco a poco, llegaron las ocasiones blancas. Con un fútbol vistoso, justo lo que faltaba al Barcelona, que dependía exclusivamente de los contraataques y el fútbol directo, a las antípodas del ADN que tanto ha comercializado el club en los últimos 20 años.
Empató Cristiano que lo celebró como siempre, marcando terreno mientras el Camp Nou le abroncaba propiciando un original cántico: "No bebe agua, Cristiano no bebe agua".
El Real Madrid pudo dejar el partido visto para sentencia, pero le faltó algo que siempre le ha acompañado en sus 113 años de historia: la famosa pegada. No entró el balón y, para alivio de los locales, llegó el descanso.
Tras la reanudación, siguió dominando el Real Madrid que por momentos silenció al Camp Nou. Todo cambió cuando Suárez (min.56) anotó un tanto más propio del Liverpool que del Barcelona de antaño. Se aprovechó de un desplazamiento largo de Alves, controló, encaró la portería y batió a Casillas en un disparo seco.
El gol dejó tocados a los visitantes y el Barcelona más anárquico, vertical y efectivo de los últimos años pudo sentenciar un partido en el que se demostró que en el mundo del fútbol de poco sirven los dogmas.