Rafa Nadal pasea su décima Copa de Mosqueteros por aguas del Sena deseando poder hacerlo en otras más tranquilas, las de su Mediterráneo mallorquín donde tomará unos días de reposo antes de afrontar el asalto a Wimbledon. Sin obsesión, esforzándose por aparecer como una persona normal.
Con la emoción del triunfo todavía viva, la cena con el rey y la fiesta todavía frescas, entre foto y foto con la torre Eiffel de fondo, el campeón de Roland Garros de 2017 y de otros nueve ediciones se sienta un rato para charlar tranquilo con un grupo reducido de periodistas.