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Angel di María fue el 'hombre de rojo' que dio al Real Madrid su primer triunfo en el debut de la presente edición de la Liga de Campeones, con un triunfo serio y solvente, ante un Dinamo de Zagreb, al que salvó su portero Ivan Kelava, notable y atento toda la noche. De rojo Adidas, el Madrid recordó al Bayern Munich. O al Liverpool. Xabi Alonso ganó una Copa de Europa con ese tono en Estambul ante el AC Milán. Pero más allá del color, lo importante como suelen afirmar los veteranos, es el escudo. Eso nunca cambia. Y al escudo y al talento apeló el Madrid en el segundo tiempo.

Di María encarriló la victoria tras el descanso. Tardó 53 minutos en verlo claro el Madrid. Definió una jugada elaborada a la que se asomó Marcelo. El brasileño, con libertad de movimientos, hace mucho daño. Se encuentra ya al nivel de Roberto Carlos, del que heredó el puesto. Del factor sorpresa de Marcelo, saca petróleo a menudo el equipo de José Mourinho. Lástima para el Madrid su expulsión, algo rigurosa, por doble amonestación. La segunda, por simular una caída dentro del área. Lo cierto es que Marcelo estuvo en todas. Y vio la roja, el color de la noche.

Desde ese momento, el Madrid jugó sin presión. Al contragolpe y con vértigo es donde se encuentra a sus anchas el Madrid, especialmente fuera de casa. Suele tener el Real Madrid quince minutos iniciales volcánicos. Y esta noche en Zagreb de nuevo salió como una apisonadora. Con Xabi Alonso, perfecto, desplazando balones en diagonal a Cristiano Ronaldo. Xabi buscó a Cristiano en todos los rincones. En la banda e incluso por el centro. Al más puro 'estilo Barça' de su colega Xavi, Alonso tiró de pase interior. Como el que firmó a los dos minutos que no entró en el portal de Ivan Kelava.

Interpretó bien el fútbol el Real Madrid en el primer tramo. Eso sí, sin fortuna en la definición. Benzema rubricó un gran partido, mandó un balón al larguero a los once minutos y dejó para el recuerdo una acción individual extraordinaria, repleta de amagues, que no supieron resolver ni Di María ni Ozil.

No resolvía el Madrid y el Dinamo de Zagreb, viendo que no le entraba nada a su rival, se fue creciendo. Sammir y Kovacic, un chaval de 17 años sin complejos, fueron armando algún contragolpe que buscaban siempre a Rukabina, un 'delantero ancla', grandón, al que se le hizo de noche en un mano a mano con Iker Casillas, que salvó al Madrid de la sorpresa en el minuto 32. Iker siempre aparece en los momentos clave.

José Mourinho, ataviado con una gorra azul, presenció el encuentro en la grada. Lejos del banquillo, mostraba su desazón por la falta de puntería de su gente.

Tarde o temprano tenía que llegar el gol. Y apareció Di María, hasta entonces sin suerte arriba, para tumbar a un animoso y correcto Dinamo de Zagreb.

El Madrid nunca tuvo problemas. De entrada porque atrás estuvo seguro. Serio Pepe, atento Ramos, y por delante Coentrao, coherente en la ayuda a Xabi Alonso, con recorrido y fuelle.

Tras la expulsión de Marcelo, desde el banquillo y por consejo de Mourinho, Aitor Karanka, no se complicó la vida. Enfrió el partido, blindó a su equipo con Lass y Arbeloa y dio aire fresco arriba a Higuaín, con oxígeno para el último cuarto de hora.

El Madrid vistió de rojo por cuarta vez en su historia. En Odessa, donde hace 38 años Mariano García Ramón fue 'bautizado' como el 'gato de Odessa' por sus paradas inolvidables ante el Dinamo de Kiev, fue la última ocasión que empleó ese color. No había buenos resultados hasta hoy con el rojo. El Madrid cambió también la cábala y se sitúa ya manando en su grupo.