El Leganés se quedó a las puertas de disputar por primera vez la final de la Copa del Rey después de un torneo en el que ha ido superándose a sí mismo y quemando etapas, puesto que nunca antes había pasado de la ronda de cuartos en la cita.
Lo hizo, además, por la puerta grande. Tras eliminar en el arranque al Valladolid, un histórico del fútbol español pese a que ahora se encuentre en la categoría de plata, todo ha sido un reto constante para los blanquiazules.
Tres conjuntos que disputan competiciones europeas se fueron cruzando de manera sucesiva en su largo camino y siempre en eliminatorias donde el encuentro de vuelta tenía que jugarse a domicilio.
CAPACIDAD PARA EL SUFRIMIENTO
Primero fue el Villarreal, a quien se impusieron por 1-0 en Butarque gracias a un tanto de Nordin Amarabat. Días después, en un choque donde los madrileños demostraron una gran capacidad para el sufrimiento resistiendo las embestidas constantes del contrario, certificaron su clasificación pese a perder por 2-1.
Ese logro les permitió igualar su mejor registro, situándose entre los ocho mejores por segunda vez en la historia tras haberlo conseguido en la temporada 2000-2001. El Celta de Vigo les cortó las alas por entonces. Esta vez quien se cruzó en su camino fue el Real Madrid, que con serios problemas en Liga veía la Copa del Rey como una vía abierta para tomar aire y llevar un título a sus vitrinas en el presente curso.
LA MACHADA EN EL BERNABÉU
Durante el primer encuentro, aguantó el Leganés a un rival de gran entidad y solo el tanto de Asensio en la agonía desmontó el entramado del técnico Asier Garitano. Esa diana obligaba a ganar en el Santiago Bernabéu.
Era el más difícil todavía pero, en la adversidad, afloró el gran espíritu competitivo de la plantilla. En mitad de un ambiente enrarecido para los locales, Eraso silenció a la grada con un golazo desde fuera del área.
De vuelta al verde tras el descanso Benzema igualó el choque pero Gabriel, a la salida de un córner, hizo el 1-2. Los blancos tuvieron muchos minutos por delante para solucionar el problema pero se encontraron con un inspirado Champagne. Contra todo pronóstico, el que gozaba de menos favoritismo estaba en semifinales.
DEL MADRID AL SEVILLA
Del vigente campeón de la Champions se pasó a otro club que disputa la máxima competición europea, el Sevilla. Los andaluces se veían así, a priori, con el conjunto más apetecible de un bombo en el que también estaban el Barcelona y el Valencia.
Superiores durante la primera mitad del enfrentamiento de ida, lograron antes del intermedio una ventaja de 0-1 por medio de Muriel. Sin embargo en un saque de esquina Siovas aprovechó un fallo del guardameta Sergio Rico para dar el empate a los suyos.
OBLIGADO A MARCAR
Así se llegó al Sánchez Pizjuán, donde al equipo no le quedaba más remedio que marcar en un estadio donde la afición empujó desde el principio pese a que el visitante contaba con cuatrocientas veinticinco gargantas desplazadas para la cita. Solo ahí se vio truncado el sueño. Un tanto de Correa al cuarto de hora no modificó las ideas del visitante pero dio tranquilidad al anfitrión, quien selló su victoria en la agonía por medio de Vázquez.
Fue el colofón al bonito relato de un equipo que arrancó la temporada 2013-2014 en el Grupo II de la Segunda División B con un proyecto que incorporaba al entrenador que actualmente les mantiene en la elite. Logrado el ascenso a la conclusión de esa campaña, solo necesitaron dos más en el segundo escalón del fútbol español para llegar a lo más alto. Se abría ante ellos un territorio de incertidumbre nunca antes coronado.
TRABAJO INCANSABLE
Sin vértigo alguno, la entidad ha sabido adaptarse a nueva realidad que quizás ha llegado antes de lo previsto. En su éxito hay muchas claves pero todas se resumen en el trabajo incansable dentro de los distintos ámbitos, el orden en el campo y la capacidad para no rendirse nunca independientemente de quien esté al otro lado.
Es así como se ha conformado un vestuario unido y sin fisuras donde cada vez son más quienes se animan a entrar. Ha ayudado a ello la construcción de unas nuevas instalaciones de entrenamiento, de las que el Leganés se siente muy orgulloso, y la dinámica ascendente motivada por la ambición.
Después de lograr la permanencia en su estreno en Primera, repetirla era el objetivo marcado sin condiciones por encima de cualquier otro. Y lo seguirá siendo aunque el equipo se sitúe de momento en la zona media de la tabla haya disfrutado de una Copa del Rey que ya siempre será especial. Siempre con la disciplina del partido a partido y los pies en el suelo, nunca creyéndose más de lo que son. Palabra de Asier Garitano. E