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El Real Madrid selló su pase a la final de la Audi Cup, donde se enfrentará al Bayern de Munich que derrotó 3-0 al Milan. Los de Benítez ganaron con clara superioridad a un Tottenham corto de calidad (2-0), en un encuentro en el que Isco desequilibró, Jesé se reivindicó y Gareth Bale marcó su primer gol de pretemporada para maquillar su partido repleto de errores.

El Real Madrid se sobrepuso a las bajas de sus referentes ofensivos, Cristiano Ronaldo y Karim Benzema, gracias al regreso de Jesé a su versión ilusionante tras unos meses de dudas posteriores a su grave lesión de rodilla. Más fino que la pasada campaña, en la zona del nueve, desequilibró y dejó muestra de su calidad para ganarse la confianza de Rafa Benítez.

SIN CRISTIANO

El Tottenham más rodado en la semana en la que inicia la Liga inglesa, salió decidido a conquistar un triunfo que siempre da prestigio. Las posibilidades de derrotar a un Real Madrid sin Cristiano las sentían mayores y de inicio pudieron plasmarlas en el marcador. Walker encontró una autopista a la espalda de Marcelo para, con todo el tiempo del mundo, poner el pase de la muerte que el argentino Erik Lamela envió al cielo de Múnich. Era el minuto 2, un espejismo.

El Real Madrid se fue adueñando del partido. Las dudas defensivas en los laterales de Danilo y Marcelo las solventaban con eficacia sus centrales, Varane y Sergio Ramos. Modric puso el ritmo e Isco la magia para desequilibrar.

Antes del tanto se reivindicó Jesé. Su desmarque lo vio Danilo y en carrera soltó un latigazo que repelió el travesaño. Se sentía con confianza y segundos después, en otro rincón del área, sacó un disparo ajustado al que respondió con una bella estirada Vorm.

Entre la superioridad trabajada del Real Madrid llamaba la atención el desajuste de Garteh Bale en ataque. A espaldas de Jesé, perdido sin jugar en banda y sin espacios para explotar sus cualidades, con controles imprecisos y perdidas en pases. Demostró que no sabe jugar de espaldas. Bien haría Benítez ubicándole en su sitio natural, la banda izquierda.

CASILLA, SEGURO

Los ataques del Tottenham cesaron tras una parada de Casilla disfrazado de portero de balonmano. Sacó con habilidad el disparo de Erikssen a los 13 minutos. Desde entonces las llegadas fueron blancas. Lo intentó James con un disparo lejano, Bale de cabeza tras un saque de esquina y Vorm evitó con una gran parada el tanto de Modric, cuyo disparo desde la frontal se envenenó tras tocar en un defensa.

Nada pudo hacer el portero ante el remate a placer de James de cabeza, con más de medio gol en el pase medido de Isco. Recortó hacia su derecha y puso un centro milimétrico a la testa del colombiano que remachó a la red.

Los continuos cambios de Benítez en la reanudación no rebajaron la seriedad defensiva de un Real Madrid que nuevamente dejó su puerta a cero. Casilla dejó otra parada a la hora de partido, de puños al disparo de Chadli y no fue exigido en más ocasiones.

El Real Madrid buscaba el tanto de la tranquilidad con jugadores menos habituales en el once. Lucas Vázquez colocaba en la parte superior de la red un centro que se envenenó, Danilo dejaba veloces subidas al ataque a falta de ajustar el punto de mira en sus centros y debutaba Marco Asensio, perla para el futuro blanco, dejando gestos de gran calidad.

Restaban once para el final, con el equipo de Benítez tranquilo, cuando un contragolpe lo aprovechó Bale. Se encontró un error del rival en un uno contra uno en el que chutó lejano porque le faltó confianza para encarar al central. La potencia y el bote de su chut provocó el error de Vorm. El Real Madrid ya estaba en la final en un Allianz que trae grandes recuerdos recientes del año de la Décima.