El Getafe se despidió hoy definitivamente de las opciones que tenía de acabar la Liga en puestos europeos al empatar a uno con el Racing de Santander, un equipo ya descendido a Segunda División, en el Coliseum Alfonso Pérez.
Era lejana, pero una victoria del Getafe, con la visita a San Mamés y una última jornada frente al Zaragoza en el horizonte, aún mantenía el sueño azulón de viajar por el continente la próxima temporada. Pero todo pasaba por el choque ante el Racing, sencillo de antemano, pero con trampa.
El conjunto cántabro tenía por delante tres jornadas para intentar despedirse con honor de Primera División. Desde la llegada de Álvaro Cervera al banquillo, su equipo no consiguió saborear la victoria en los diez encuentros que disputó. Por eso, aunque sin que hubiese nada en juego, la honra era el único acicate para los racinguistas, que visitaban un estadio que aún albergaba alguna posibilidad de acabar en Europa.
Los jugadores del Getafe no parecieron darse cuenta de tener la opción de alcanzar el sexto puesto. Salieron relajados al campo, con una actitud indolente, como si todo estuviera decidido para ellos. En los primeros 45 minutos apenas disparó una vez entre los tres palos. Lo hizo Javier Casquero, desde fuera del área, en el minuto 23, y sin apenas peligro para Mario. Eso fue todo.
Tendrían que haber aprendido de sus rivales. Con todo lo que está cayendo en Santander, los hombres de Álvaro Cervera salieron con una actitud encomiable y dominaron el choque en la primera parte. No tuvieron grandes ocasiones, salvo un penalti que falló en el minuto 25 Pape Diop, pero dieron una lección a sus rivales. Por lo menos, no cayeron en una aparente inapetencia. Y eso que no se jugaban nada.
En la reanudación, Luis García movió el banquillo y sacó del campo a Diego Castro para dar entrada a Pablo Sarabia. Buscaba una profundidad inexistente que así tampoco encontró. El Getafe seguía dormido y sólo pudo despertar en una jugada aislada, con un penalti que transformó el venezolano Miku.
El resultado no era merecido. Lo más justo, en esos momentos, tal vez era un empate. El Racing había mostrado casta. Era algo en medio de un auténtico tostón. Entonces apareció Pape Diop para obtener una recompensa y reconciliarse consigo mismo tras errar un penalti. El africano acertó en un mano a mano ante Miguel Ángel Moyá y subió el empate al marcador.
Justo antes había salido al campo Pedro León. El Getafe intentaba añadir sorpresa y desborde con el murciano. Pero la sorpresa se la había dado el Racing. Un equipo de Segunda se iba del Coliseum con un empate bajo el brazo. El Getafe tiró por la borda cualquier aspiración de llegar a Europa. Ahora aspira a la nada, que es a lo que jugó frente al Racing.