España ganó a Portugal (73-87) con la facilidad prevista, aunque tanto Pau Gasol como Juan Carlos Navarro tuvieron que estar casi veinte minutos en la pista para cerrar la victoria, lo que no es una muy buena noticia.
La selección dominó de principio a fin, o para ser más exactos desde el minuto tres, cuando superó en el marcador a los lusos (5-6), plenos de entusiasmo en ataque y predispuestos a sacar el hacha en defensa a la menor oportunidad, sabedores de su inferioridad técnica y física.
A partir de ahí, más o menos a trompicones, la renta de los españoles fue creciendo poco a poco hasta llegar a los 17 puntos del descanso (36-53)
Los parciales del primer y segundo cuarto (16-26 y 20-27) no dejan dudas: más ataque que defensa y, además, demasiada presencia de los titulares en pista ante un rival muy flojo.
Si Pau Gasol, Marc, Navarro (5 de 7 triples) y Calderón tienen que jugar quince minutos sobre veinte posibles, hasta el descanso, contra un rival como Portugal es que algo no funciona.
Este exceso de minutos puede costar muy caro en los momentos claves cuando esté en juego el pase a la lucha por las medallas, o el podio.
Y es que en los dos primeros cuartos, hubo poca aportación desde el banquillo, apenas seis puntos, dos de Felipe Reyes y cuatro de Serge Ibaka.
Por lo demás, intentar sacar conclusiones de esta clase de partidos en los que hay tanta diferencia entre los equipos es una tarea inútil. Nunca se sabe si el resultado es consecuencia de las virtudes propias y los defectos o carencias ajenas, o al revés.
En la segunda parte no hubo cambios significativos, salvo que en el minuto 25 tanto Pau como Navarro se fueron al banco para no volver a salir. La ventaja en ese momento era de 23 puntos 44-67 y en el final del tercer período 52-77, 25 de diferencia, ya con los menos habituales a las riendas del partido.
Portugal se intentó refugiar en una zona, que por momentos creó problemas, y la selección española intentó apretar en defensa. Incluso con la salida de Víctor Claver, inédito a falta de siete minutos para el final, la selección pasó a defender una zona 1-3-1, quizá pensando en partidos posteriores.
El marcador siguió en torno a los veinte puntos de ventaja con un ambiente gélido por la falta de competencia sobre el parqué y por la ausencia de público en las gradas.
Al final, en los llamados minutos de la basura, los lusos recortaron diferencias y acabaron perdiendo por 14 puntos, 73-87. Una derrota más que digna.
Lo mejor, de nuevo, para España fue la victoria. Lleva dos de dos a la espera de retos mayores.