La selección española de fútbol enterró de un plumazo todos los fantasmas que la visitan cada cuatro años y alcanzó las semifinales del Mundial de Sudáfrica gracias a un solitario gol de Villa, que bastó para derrotar (1-0) a Paraguay y reescribir la historia del fútbol nacional.
El combinado de Vicente del Bosque sudó de lo lindo para doblegar a un conjunto paraguayo muy correoso, agresivo en algunos momentos del envite. Cuando las cosas se atascan y la fluidez no es la que acostumbra, la actual campeona de Europa cuenta con un jugador sideral, que parece que inventó la palabra gol.
A partir de ahí, España cambió. Cuando pareció que lo peor había pasado, Xabi Alonso falló un penalti que volvió a tambalear la moral nacional, que no está para muchos trotes. Sin embargo, esta plantilla no sabe nada de esos partidos en blanco y negro en los que todo salía mal. Saben de ganar.
Tuvo que ser él. Un jugador que ya es una leyenda, alguien que ha dado los pasos en su carrera de una manera tan inteligente como acertada y que llevó el delirio a todo una país. Quedaban siete minutos para el final y la sonrisa ya no se borraría jamás. Antes, el guardameta del Real Madrid tuvo tiempo para volver a lucirse y dejar claro que el marcador era inamovible.
El pitido final del colegiado Batres sonó a liberación, a alegría, a victoria. El próximo capítulo no será dentro de cuatro años, el miércoles no espera una Alemania que asusta, pero no vamos ni subidos ni derrotados, porque España ha reescrito la historia.