No era un partido cualquiera, era toda una semifinal de un Mundial. Y nos transportó a aquellos años mágicos 2012-2014 -no tan lejanos- donde España reventó el orden mundial. La España de Miki Oca, con el mismo seleccionador y ahora con un equipo retocado. Enfrente, Canadá, un coloso defensivo que eliminó nada menos que a la anfitrona Hungría, dejándola en cuatro goles. El inicio, por tanto, era vital.