El FC Barcelona ha logrado su cuarta Superocopa de Europa después de vencer (2-0) en la final al Oporto en un partido en el que Messi, que logró marcar por un fin en esta competición, volvió a guiar a los suyos con un tanto y una asistencia a Fábregas, hacía un nuevo título, el número doce de la era de Guardiola, que se convierte con este triunfo en el entrenador más laureado de la historia de la entidad culé superando al mítico Johan Cruyff.
El conjunto catalán, que se convierte en el club con más títulos continentales, continúa con este entorchado la senda del triunfo con la que terminó la temporada pasada, superando las carencias de su preparación física a base de fútbol y agarrándose al talento de un Leo Messi que sigue confirmando su candidatura al Olimpo del fútbol de todos los tiempos. El de Rosario logró abrir el marcador con una finta para el recuerdo ante Helton y asistió con maestría para que Cesc se estrenara como goleador barcelonista en competición oficial.
El inicio del choque recordó a la última final de "Champions" disputada por el cuadro catalán ante el Manchester United. Como ocurrió en Wembley con los 'red devils', el Oporto arrancaba bien armado atrás, con una defensa adelantada y con un actitud presionante ante la habitual propuesta blaugrana basada en el control de balón. La atípica pareja de centrales formada por Mascherano y Abidal dejaba patentes sus carencias a la hora de iniciar el fútbol de los suyos.
La imposibilidad de conectar con Xavi e Iniesta, auténticos canalizadores del juego culé, hacía sufrir al Barça, que no lograba sostener la posesión del esférico y perdía más balones de lo normal. Moutinho avisaba a los de Guardiola aprovechando una de estas pérdidas y obligando a Valdés a lucirse para enviar a córner. La táctica de Pereira empezaba a dañar a su rival.
En una de las primeras buenas conexiones en la medular, el Barcelona mostraba sus armas. Pedro evitaba el fuera de juego y a pesar de encontrarse totalmente sólo ante Helton, el canario optó por una vaselina que se marchó alta por poco. Los portugueses no se amilanaban y Hulk, el hombre más peligroso e imponente de los blanquiazules, rompía a Abidal dentro del área y su disparo salía rozando el palo.
El paso de los minutos fue apagando el ímpetu de los 'dragones' y el Barcelona comenzó a parecerse ya a sí mismo. El Oporto cedía metros y su presión inicial se iba diluyendo en beneficio de los de Guardiola, que encontraban por fin su habitual fluidez a través de la entrada en escena de Xavi, Iniesta y por su puesto, de un Leo Messi cada vez más determinante en su posición de falso nueve. El partido tomaba tintes blaugranas, mientras los lusos comenzaban a claudicar y ceder definitivamente el protagonismo a su rival.
El equipo barcelonista gozaba de sus mejores minutos tras pasar el ecuador del primer acto. Volvía la combinación rápida y con criterio en medio campo así como la conexión con la letal tripleta atacante culé. Sólo el fuera de juego evitaba que Pedro y Villa, auténticos puñales en los extremos, encararan a Helton, pero el tanto español se esperaba en el Louis II..
Finalmente el gol no llegaría gracias a los merecimientos blaugranas, sino a un error de Guarín, cuyo pase atrás dejaba a Messi cara a cara con Helton. El argentino volvía a maravillar una vez más, tumbando al meta luso con un quiebro digno del mejor Ronaldo Nazario de Lima, para marcar a placer, llevar a los suyos por delante al descanso, y agrandar más aún si cabe su gigantesca figura, consiguiendo anotar en la única competición que hasta ahora se le resistía al astro argentino.
La reanudación mostró de un nuevo amago del Oporto en su versión ambiciosa y valiente. Los cinco minutos de concienzuda presión a los que se limitó el cuadro de Vitor Pereira en el inicio del segundo acto desembocaron en sendos duros lanzamientos de Moutinho y Hulk que rozaron el palo de la puerta de Valdés. Pero el equipo luso no estaba para alardes físicos y pronto volvió a estar a merced del toque sin fin del Barça.
Los de Guardiola tomaban de nuevo el mando de la contienda, moviendo el cuero sin descanso de un extremo a otro del campo, obligando a la zaga portuguesa a voluntariosas basculaciones que resultaban a menudo infructuosas. El trabajo del genial Messi en el enganche y la posición muy abierta de Pedro y Villa, eran una auténtica pesadilla para los 'dragones' que sólo evitaban el peligro intentando dejar a los azulgranas en fuera de juego.
No obstante Villa pudo evitar la posición ilegal para encarar a Helton pero su disparo raso se topó con el meta rival. En el otro extremo, Pedro también miró a la cara al gol tras una vertiginosa contra conducida por 'La Pulga', pero el isleño se entretuvo y Helton volvía a salvar a los suyos. Llegada la hora de partido, el Barcelona era el único equipo sobre el césped y toda la emoción parecía residir en saber en que momento, Xavi Iniesta o Messi, encontrarían ese pase definitivo que generara la sentencia del duelo.
Parecía que el 0-2 era cuestión de tiempo pero a los barcelonistas les costaba encontrar la puerta del segundo gol. Guardiola se dio cuenta de que los minutos jugaban a su favor y viendo que al Oporto sólo le quedaba la carta del ataque a la desesperada optó por retirar a Pedro, y dar entrada a Cesc para intentar manejar con cabeza su ventaja a la espera de aprovechar los espacios de los portugueses.
Los planes del de Sant Pedor se cumplirían al borde de la conclusión. En el 88, Messi volvía a aparecer para inventarse un excelente centro para Cesc que fusilaba de forma magistral a Helton. El "4" blaugrana, jugador predilecto de Guardiola, dejaba el título en manos de Barça y se reivindicaba su sitio dentro de la constelación de estrellas de un equipo que sigue haciendo época y que apunta a que el final de su leyenda parece no estar próximo.