Los gorrillas, personas que nos indican dónde hay hueco para aparcar en la calle por una propina, se reinventan. En su mayoría son subsaharianos y se ganan la vida en los muchas calles de Madrid como los alredededores de la Calle Guzmán el Bueno. Ahora incluso acuerdan con los conductores que dejen las ventanillas bajadas y así les pueden cambiar el papelito de la ORA.