Anoche asistimos a un lamentable espectáculo en un partido de baloncesto. No suele ser habitual. Jugaban el Bilbao y el Baskonia y terminó con una batalla campal. Pero fíjense en la cara de un pequeño aficionado, un pequeño desilusionado por la actitud de sus héroes. Un mal ejemplo cuando los deportistas se pegan en la cancha. Y no ha sido la única vez.