Si preguntamos en la calle de donde procede la miel que tenemos en casa, la mayoría de los madrileños responderían, sin dudarlo, que su miel es española.
Por lo que seguro que les sorprenderá saber que 7 de cada 10 kilos de la miel que consumimos proviene en realidad de mucho más lejos, nada menos que de China.
Los apicultores españoles denuncian que en ese país se permite el uso de productos fitosanitarios prohibidos en la Unión Europea, por lo que reclaman un etiquetado más claro, de forma que pueda identificarse claramente el país de procedencia de la miel.
De esta manera sería mucho más sencillo promover el consumo de miel española que, nos recuerdan, es una de las mejores de Europa.