El Real Madrid sucumbió por tercer año consecutivo a orillas de la final de la Liga de Campeones, ensanchó la sequía continental que lastra el club en los tiempos recientes y dejó entrever el final de una era, la del portugués Jose Mourinho en el banquillo blanco.
A falta de que la final de la Copa del Rey haga balance de un año abrupto, plagado de sinsabores y, pase lo que pase, por debajo de las expectativas generadas en la apertura, el ciclo de Mourinho echará el cierre con menor brillo del prometido.
El técnico del Real Madrid afrontó la rueda de prensa posterior a la eliminatoria contra el Borussia Dortmund como el inicio de un epílogo anunciado. Alrededor de la sala de conferencias del estadio Santiago Bernabeu aún retumbaban los ecos de las gargantas secas de miles de seguidores que dejaron su alma en el cemento de la grada.