Con este calor a quién no le apetece una sangría bien fresca, con sus trozitos de fruta y ese sabor inconfundible "typical spanish". Sin embargo, no siempre es fácil encontrar una buena versión de esta bebida tan nuestra.
Las Cuevas de Sésamo, Príncipe 7, es una parada obligatoria para forasteros en lo que a sangría se refiere. Una pequeña sala, a modo de cueva, abarrotada de gente en sus pequeñas mesas en las que los amigos se reúnen para charlar durante horas con una, o varias, jarras de sangría. Su fama, unido a lo pequeño del local hacen que tengas que ir temprano o te quedarás sin mesa.
En el corazón de Malasaña encontramos La Dominga, Espíritu Santo, 15, dónde han dado una "vuelta" a la sangría y, además, de la tradicional de vino tinto encontraremos otras originales versiones; Vino blanco, melocotón y manzana Granny; Vino tinto, naranjas y zumo de naranjas con toque de vermuth; Cava y sorbete de peras; Lambrusco con lichis y corteza de limón. Sabores que no dejarán indiferentes a nadie y que se pueden acompañar con unos buenos pintxos creados para acompañar a las sangrías como el Tiradito de atún o la Mini burguer de codillo y teriyaki.
Hasta llegar a La Mazmorra (Cava de San Miguel, 6) se pasa por un sin fín de tabernas del Madrid más castizo, pero en esta taberna a modo de mazmorra medieval, las jarras de sangría corren por las mesas acompañadas siempre de buenas, y asequibles, tapas. Algo que no siempre es fácil encontrar en la zona.
A un paso de Sol,el Malaspina (Cadiz, 9) es una parada obligatoria para muchos de los turistas que pasean por la zona. Un buen sitio en el que parar, reponer fuerzas con unas buenas tapas y disfrutar de una sangría de "las de toda la vida".