Como recoge el refranero, todos los caminos conducen a Roma. Y en un plano más doméstico, a Santiago. ¿Sabías que el Camino también pasa por Madrid? Pues sí, porque nuestra comunidad es la que más peregrinos nacionales "envía" desde hace décadas. Por ello instituciones públicas y privadas llevan colaborando desde 2001 para establecer un recorrido reconocido y accesible que atraiga cada vez más interés.
La consejería de Medio Ambiente y la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago de Madrid han trabajado conjuntamente para ejecutar labores de mejora, entre las que se encuentran la instalación de mojones de piedra, balizas de señalización y placas y carteles informativos.
LA RUTA
Partiendo de la capital, la tendencia natural será siempre dirigirnos hacia el noroeste. Dice la tradición que el peregrino inicia su camino desde la puerta de su casa, por lo que podemos solicitar la bendición (y la credencial) en alguno de los templos jacobinos de la capital; por ejemplo, la iglesia de Santiago el Mayor o, más conocida, la propia catedral de la Almudena.
De esa manera, y dependiendo del lugar desde el que decidamos iniciar la senda, lugares como Fuencarral, El Pardo o Tres Cantos podrían ser algunas de nuestras primeras paradas. De hecho, algo más al norte de los hospitales de La Paz y el Ramón y Cajal comienza la señalización con flechas amarillas que serán nuestras guías permanentes.
Marcharemos siempre paralelos a la autovía de Colmenar y bien podemos finalizar la primera etapa en Tres Cantos (podemos dormir en el albergue municipal) o, para empezar con fuerza, podemos llegar hasta Colmenar Viejo, con lo que completaríamos una primera etapa de entre 20 y 35 kilómetros.
Desde esta localidad ya seguiremos sin duda la misma senda. Nos esperan Manzanares el Real y el embalse de Santillana, y posteriormente, con la escolta permanente de imponente Pedriza, pasaríamos por Becerril, Navacerrada y Cercedilla. Si completamos esta segunda etapa, de otros 35 km., podremos reposar, previa petición, en el polideportivo municipal.
La asociación madrileña nos propone continuar con energía por el espectacular valle de la Fuenfría, rodeados de vegetación e historia. La calzada romana que sube hasta el puerto (1.796 metros, cumbre de nuestro recorrido) será una buena prueba para comprobar nuestro estado de forma.
Acaba nuestro periplo madrileño, y nos adentramos, pues, en una larga bajada hacia Segovia; se abren ante nosotros las amplias praderas castellanas, y, después de unos buenos 30 km., será momento de reponer fuerzas, bien en la capital segoviana o bien en La Granja.
A partir de entonces nos espera un periplo de cinco etapas que pasan por Santa María la Real de Nieva, Alcazarén, Simancas, Medina de Rioseco y que finaliza en Sahagún (León), donde ya nos uniríamos al camino de Santiago por la vía francesa.
Por supuesto las etapas son sólo una opción y el peregrino podrá adecuar las distancias en función de su capacidad. En total, 77 kilómetros para disfrutar de algunas de las principales joyas naturales de la Comunidad, como el monte de El Pardo, la cuenca alta del Manzanares y la sierra de Guadarrama.
QUÉ LLEVAR
Históricamente los cristianos han recorrido durante siglos la ruta jacobea como forma de expresión religiosa. Hoy en día el Camino sigue teniendo ese espíritu sacro con el que nació, pero en él confluyen también muchos más motivos: turismo natural, artístico e histórico, tradición, superación personal, compañerismo, etc.
En todo caso el peregrino debe olvidar que tiene que preparar la ruta con tiempo. Ya sea a pie, en bicicleta o a caballo, habrá de planear un kilometraje determinado para cada etapa en función de su forma física.
La credencial de peregrino es un carnet que identifica a los peregrinos y es necesaria para acceder a los alojamientos del Camino. Como hemos dicho, en Madrid se consigue en el local de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago, en la Catedral de la Almudena y en la Iglesia de Santiago. O bien en el primer albergue en el que se pernocte. Eso sí, hay que solicitarlo con dos semanas de antelación.
Los alojamientos son el verdaderos corazón de la ruta, donde se juntan gentes de distinta procedencia, pero todas con una misma ilusión. Ayuntamientos, asociaciones, parroquias y otras instituciones ponen a disposición de los peregrinos lugares de alojamiento que pretenden renovar la hospitalidad tradicional del Camino.
Estos alojamientos para peregrinos son albergues y refugios que suelen estar abiertos todo el año y zonas de acampada habilitadas por las Comunidades Autónomas, normalmente en los meses de verano.
Las instalaciones son mínimas: un techo, agua caliente, duchas y camas. Algunos con cocina de uso común. En algunos se suele entregar un donativo económico que sirve para el mantenimiento de estas instalaciones, ya que no reciben subvenciones y se mantienen con la ayuda monetaria de los peregrinos. En la mayoría se ha establecido una pequeña cantidad de pago (unos 3 o 4 euros por persona).
Por último, un breve listado de todo lo necesario para emprender la marcha: saco de dormir y esterilla, 3 camisetas (preferiblemente de algodón), 3 pares de calcetines y 3 prendas de ropa interior; un pantalaón corto y otro largo, traje de baño, un jersey, abrigo y chubasquero, todo ello según la temporada; algún tipo de sombrero y sobre todo unas botas previamente utilizadas o unas deportivas si peregrinamos en bicicleta, así como unas sandalias para descansar al final de cada jornada.