La mejor faena, en plena Gran Vía

Las corridas de toros suelen ocurrir en lugares preparados para tal evento, como las plazas de toros, que no se llaman así por casualidad. Pero a veces la realidad se sale de sus cauces y las cosas pasan en los lugares más insospechados.

Uno de esos milagros ocurrió en lo que antes era conocido como la Red de San Luis. Hoy esquina de la Gran Vía con la calle de la Montera. Estamos en una fría mañana de enero de 1928. A unos kilómetros de aquí una reata de vacas y toros avanza penosamente a través del Puente de Segovia camino del matadero. Uno de los toros decidió que no estaba por la labor y junto a una vaca rompió las cuerdas y salió pitando. Durante 3 horas vagó a sus anchas corneando a quien se le cruzaba por su camino.

Y aquí entra en escena Diego Mazquiarán, un torero más conocido como Fortuna, un apodo ganado a pulso al salir ileso de un espantoso accidente ferroviario en Valladolid. Fortuna mandó a un chico a su casa para que le trajera su propio estoque. Ya con su estoque en la mano entró a matar. Primera estocada en hueso. Segunda estocada, hasta la bola. Ovación cerrada. Pañuelos blancos. ¡La mejor faena que ha visto la Gran Vía! Lo llevan a hombros hasta un café de la calle Alcalá, donde la Fiesta Nacional continuó con la juerga de los vinitos y las palmas.

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