Genio y figura. a la postre, lo de Morante es lo que quedó para el recuerdo del gran público. El de La Puebla no se anda por las ramas. Si el toro no vale, pues puerta, aunque tenga que escuchar pitos como en el segundo.
Si el toro medio se deja, pues a intentarlo. Y así le dio muletazos de postín al cuarto de la tarde, hasta que se acabó. Y si el toro se deja, a sacarle provecho, como sucedió en el sexto, en el quite por verónicas al que tenía derecho.
El padrino de la confirmación le dejó al toro tocado tras el quite. Lástima porque Juan Pablo Sánchez, muy verde, inició la faena con toques bruscos que rompieron aún más al de Juan Pedro y así nos quedamos sin el más claro del muy justo de presentación y juego encierro de Juan Pedro, cuyos hermanos fueron premiados el año pasado por todo lo contrario.
Juan Pablo tampoco aprovechó su primero, al que justo de fuerzas lo dobló en los de inicio y con ello se esfumaron las posibilidades que tenía. Palmas en ambos.
La veteranía, la madurez y el talento de Talavante le hicieron ver claro que el comienzo de la faena al tercero, de similares características, era por estatuarios, y más tarde con la diestra a media altura, ligeramente aliviando al toro al final del muletazo, de derechazos que combinaba con cambios de mano, para seguir al natural y rematar con el de pecho, merced a toques sutiles que alargaban su delicada embestida.
