Polémica concesión de rabo a Ventura

La concesión de trofeos está reglamentada. El criterio en la concesión depende de la categoría de la plaza. En la trigésimo primera de San Isidro se concedieron los máximos trofeos, rabo incluido a diego ventura contraviniendo el reglamento.

La primera oreja es obligatoria a petición mayoritaria del público. La segunda (artículo 82) será a criterio del presidente, quien considerará la petición, condiciones de la res, la lidia y el buen hacer en todos los tercios.

Tras recibir a Portagayola, Ventura puso 1 solo rejón de castigo, en la distancia y a la media vuelta, no de frente. y brilló en dos banderillas al quiebro, en los medios con fino.

Luego, con bronce batió al hilo, al piton de salida. lo cual es menos meritorio.

Y con dolar tras una batida al pitón de salida, sin cruzarse en términos de a pie, incurrió en dos pasadas en falso antes de clavar el par a dos manos, sin cabezada.

Además se clavó una banderilla más de las seis que permite el reglamento.

fue con remate con el que tras una pasada en falso dejó un rejón defectuoso: entero trasero, caido y perpendicular.

Luego hubo errores y fallos que el palco debió considerar para conceder un rabo a la que no fue una faena excepcional, sino de dos orejas.

En Las Ventas solo se había concedido un rabo a pie en 1972 a Palomo Linares. Al día siguiente el presidente señor Panguas dimitió por su error.

Por lo demás Ventura sumó dos orejas del segundo y una más del sexto.

¿Estuvo mal? No. ¿Se mereció la puerta grande? Si. ¿Entonces?. Entonces el palco mancilló y rebajó la categoría de la plaza de las ventas.

Por su parte Andy Cartagena cortó dos orejas, la segunda excesiva al quinto.

El público tiene la obligación de pagar. El presidente de administrar el reglamento. Y servidor de argumentar e informar de lo que está bien y está mal. Aunque no sea agradable tener que hacerlo. y siempre con argumentos.

Y para estar tarde, fin de san isidro con la corrida de la prensa. Toros de Victorino para Manuel Escribano, Paco Ureña y Emilio de Justo.

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