Madrileños por el mundo: Frankfurt

Viajamos a Frankfurt, la ciudad financiera, sede de los principales bancos alemanes y del Banco Central Europeo, pero también un gran jardín lleno de historia con sus parques y centro histórico medieval. Franckfurt es conocida también por su potente industria química y por eso fue casi completamente arrasada durante la II Guerra Mundial. Su población (700.000 habitantes) se duplica durante el día fundamentalmente con trabajadores del sector financiero. Los estudiantes se mueven gratis en los transportes públicos de la región y sin embargo los precios son un 20% superiores que en España.

Se puede decir que aquí no se nota la crisis, tal vez porque, según nos cuentan, nunca ha habido especulación inmobiliaria. La riqueza de la ciudad bien podría deberse también a su tradición ferial (aquí se celebró la primera feria del mundo) pero seguro que ayuda mucho ser uno de los principales nudos de comunicaciones de Europa por su red de autopistas y su aeropuerto fundamentalmente.

Los madrileños que aquí hemos encontado nos muestran la ciudad, sus alrededores y la forma de vida y carácter de sus habitantes. Una forma de conocer parte de la historia y el paisaje alemán es darse una vuelta en barco por el Rin, una auténtica autopista fluvial cuyo curso está plagado de castillos, pueblos pintorescos y viñedos. Nos cuentan que los alemanes son ahorradores, les encantan los coches y no se caracterizan precisamente por tener sentido del humor, pero también saben disfrutar de una buena cerveza, vino (el vino de manzana es típico de Frankfurt), queso, pan, o alguna de las múltiples variedades de salchichas, incluyendo la más picante del mundo.

Aprovechamos el viaje para visitar los alrededores de Franckfurt donde encontramos localidades como Bad Homburg con su casino y baños termales del kaiser Guillermo; o Mainz, famosa por su carnaval; o Heidelberb que presume de tener la universidad más antigua; o Bacharach, Wiesbaden, Darmstadt... Para terminar el viaje podemos visitar el fuerte romano que marcaba en su tiempo el límite del Imperio.

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