"los sustitutos" Noche de misterios y ciencia ficción.

¿Qué tal? Buenas noches. Estaremos todos de acuerdo en que no hay nada mejor que una intriga bien traída con sus asesinatos cuanto más inesperados mejor, su investigación – a cargo de un par de agentes del FBI cuanto más espabilados, mejor -, sus conspiraciones al más alto nivel a poder ser y su trama de andar por casa que igual resulta tan atractiva y estimulante como la que tiene a todo el mundo revolucionado. Pero es que además, “Los sustitutos”, gran Megahit para una noche de misterios como ésta, tiene ese toque especial que da la ciencia ficción y que convierte una película en algo único en su género.

Está basada en la novela gráfica de Robert Venditti, autor de algunas de las últimas aventuras del vertiginoso “Flash”, que situó la acción en 2017. O sea que lo que vamos a ver ya debería haber ocurrido. Glub.

Avanzamos lo mínimo imprescindible para dejaros con la miel en los labios. En 2017 nadie sale de casa. Cada cual tiene un robot sustituto, más joven y en forma que el original, que es el que sale a la calle, trabaja, pasea, liga y todo lo que se nos pueda llegar a ocurrir, y con el que se mantiene unido por un nexo cerebral directo que le hace ser plenamente consciente de cuánto éste hace, desde la comodidad del salón de casa.

los sustitutos / archivo

Pero cuando se produce el primer asesinato en quince años, el sistema se desestabiliza. Algo está ocurriendo que podría acabar afectando a toda la humanidad. Pero no pasa nada que está éste señor despierto y con ganas de trabajar. De hecho, sin él nunca nada sería lo mismo.

Si conocéis las tres leyes de la robótica formuladas por el maestro de la ciencia ficción Isaac Asimov que aplica a todos sus relatos ha llegado el momento de olvidarlas.

*** Perfil de Bruce Willis en “Seduciendo a un extraño”

Bruce Willis, el actor de sonrisa irónica y porte algo “chuleta” es de los pocos que ha pasado de la televisión al cine sin tropezones. Al parecer, estaba deseando dejar de cantarle serenatas a la insoportable de Cybill Shepperd para darle a su carrera otro enfoque. Y para ello sólo necesitó una cosa: sudar la camiseta… Hay que decir que en ninguna de las entregas de la saga por la que pasará a la historia del cine se han gastado mucho en vestuario. Se les ha ido el dinero en otras cosas.

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Le acompañan en la de esta noche la resuelta Radha Mitchell, Rosamund Pike, la mujer “perdida” por Ben Affleck, papel que le valió una candidatura al Óscar, el veterano James Cromwell con 186 películas en su haber en las que ha hecho de villano en casi todas aunque curiosamente sólo fue seleccionado por la Academia de Hollywood gracias a su generosidad con cierto valiente cerdito y Vingh James con el que Willis ya tuvo ocasión de medirse en la legendaria “Pulp Fiction”.

Todos ellos se pusieron a las órdenes de Jonathan Mostow, autor de la excelente U-571 y que ya ha tenido sus más y sus menos con el mundo de la robótica, con excelentes resultados.

Las calles de Boston, donde se rodó prácticamente la totalidad de la película, ofrecieron la enorme ventaja que supone que la propia arquitectura de la ciudad integre, como ninguna otra, edificios antiguos de elegancia vintage con estructuras mucho más modernas. Para una historia como ésta la combinación entre los monolitos de cristal y los edificios de ladrillo viene como anillo al dedo.

Mostow tuvo a su disposición un presupuesto de 80 millones de dólares que se le fueron en efectos especiales y el sueldo de Willis que tiene un taxímetro incorporado.

El diseño de los robots, como es habitual, no fue tarea sencilla. La primera decisión que se tuvo que tomar se centró en el tipo de material que se querría utilizar: el plástico, el metal, la silicona o, incluso, si podían ser orgánicos.

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Al final, la animatrónica fue la opción escogida, alimentada por fluidos verdes que corren por las arterias electrónicas de los sustitutos. Otro desafío fue convertir a los sustitutos en seres mucho más atractivos que los humanos originales, muchos de los cuales pues ya eran bastante apuestos de por sí, para qué negarlo. Lo que ahora, unos años después, se habría resuelto mediante rejuvenecimiento digital, entonces se llevó a cabo mediante un esmerado diseño de maquillaje y peluquería al que se añadió, una vez filmada la película, una pátina generada por ordenador que le otorga ese aspecto tan hiperrealista.

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Con Bruce Willis hicieron lo mismo pero al revés: en vez de crear una versión mejorada suya, empeoraron mediante arrugas y canas al original. Qué listos.

Con estos mimbres, “Los sustitutos” tiene lugar destacado en ese subgénero que tantas alegrías nos ha dado. Sí; esta noche toca ranking. Estas son las diez películas “de robots” que tienen mejor promedio calidad/ precio. O sea, buenas, taquilleras y ¿por qué no? En muchos casos legendarias.

En el número 10, Inteligencia Artificial, o lo que es lo mismo como pagar un dineral por algo que muchos ya tenemos en casa: un hijo que parece un robot.

En el número 9, Robocop, que cuenta lo que tuvo que hacer cierto policía con muy mala suerte para llegar a cobrar la pensión de jubilación.

En el número 8, Cortocircuito. Respuesta tecnológica al simpático ET. Se llevaba fatal con el ejército americano, pero era colega de los cajeros automáticos.

En el número 7, Transformers. Nunca pensamos cuando de niños jugábamos con ellos en las tardes de lluvia que se iban a poner así de tremendos. Hubiéramos salido despavoridos.

En el número 6, “Yo, Robot”. Estos tienen más categoría porque los ideó Asimov. Parecen buenecitos pero a la primera de cambio la lían parda.

En el número 5, Ghost in the Shell. Ya se sabe que los híbridos entre humanos y máquinas tienen mucho peligro, pero éste puede presumir de su excelente aspecto. Lo dibujaron así.

En el número 4, Terminator. Pero ojo, el original. Después, con tanto viaje en el tiempo ya no ha habido manera de saber quién es la madre o el padre de quien que esto parece un culebrón mejicano.

En el número 3, X Men Días del Futuro Pasado en la que los Centinelas quieren borrar a los mutantes de la faz de la tierra. Llevan dando guerra desde los sesenta y todavía no han parado. Les debieron dar cuerda de maravilla.

En el número 2, Wall-E. El único que no nos importaría llevarnos a casa porque, aparte de estar muy solito, está muy bien educado. Pero la cucaracha duerme fuera.

Y en el número 1, Vengadores, la era de Ultrón. El máximo enemigo de los Vengadores, hasta que llegó Thanos. Su velocidad de reproducción debería dar que pensar. O casi mejor que no.

Vamos con las Meganews de la semana.-------------------------------------------

Lo de Mel Gibson hace tiempo que no tiene nombre. A sus 63 años los papeles de tipo duro le siguen viniendo como anillo al dedo. “Dragged across concrete” - algo así como “arrastrado por el asfalto” - es un sucio policíaco en el que dos agentes de la ley se ven obligados a pasar por encima de ella porque el destino y su agradable personalidad así lo imponen. Nótese el toque “noventero” que tiene el asunto.

A Mel Gibson le acompaña ese armario de varios cuerpos que es Vince Vaughn, al que dirigió hace no demasiado en la premiada “Hasta el último hombre”.

“Stockholm” narra algo tan interesante que parece mentira que no se le haya ocurrido a nadie antes. La historia real que da nombre a lo que conocemos como “Síndrome de Estocolmo”, esa tendencia de los rehenes a sentir afecto por sus secuestradores. La acción se sitúa en la Suecia de los años 70, Ethan Hawke es el desbocado atracador y Noomi Rapace, el encaprichado rehén. Las autoridades no podían creerse que ella y otras víctimas del atraco rechazasen colaborar para encarcelar al criminal. Ver para creer.

Igual como el roce hace el cariño, el tiempo tuvo algo que ver. A la policía sueca le costó solventar la situación… ¡Cinco días enteros! Ni en cierta casa de papel…

Un grupo de vagabundos, enfermos y marginados se refugian en la biblioteca de Cincinatti, empujados por una ola de frío tremenda a pesar de que a las autoridades el asunto no les gusta un pelo. En “The Public”, el actor y director Emilio Estévez muestra cómo lo que empezó como un acto de desobediencia civil desemboca en un enfrentamiento violento con la policía al tiempo que el personal encargado del recinto se ve mediando en un conflicto que aumenta en intensidad a cada segundo.

Es la segunda vez que Emilio Estévez pasa la tarde encerrado en una biblioteca. La primera, de adolescente, en aquel título legendario de los 80: “El club de los cinco”.

Y así, conveniente informados, que comience esta noche de cine del que no se olvida así como así. Que la disfrutéis.