Ainhoa Arteta: "Cuando murió mi madre perdí las ganas de cantar"

Ainhoa Arteta (Tolosa, 1964) es una de las sopranos más reconocidas internacionalmente. Considerada la "top model de la lírica" es carismática, exigente, seductora y extremadamente discreta. Las notas musicales y las partituras reinan en la vida de esta grande de la lírica que, vive por y para la música.

La gran dama de la lírica es una ferrea defensora de los animales, cuenta que en su casa conviven, "cuatro perros, dos gatos, tortugas, ranas y un mainate del himalaya que me anima cuando canto". Cree que el mundo de la ópera no es tan "diferente a cualquier otra profesión", aunque califica la vida en general como "una jungla".

Ha reconocido a Cristina Tárrega que de pequeña "no soñaba con ser cantante", ella lo que quería era subirse a un escenario para ser bailarina de ballet. Ha contado entre risas como su padre al conocer su primera vocación le dijo que: "con esas piernas había nacido para cascar nueces, pero no para bailar el Cascanueces". Y fue él, el artífice de que se enamorada de la ópera al regalarla un disco de María Callas. A partir de ese momento, Arteta fascinada por Carmen de Bizet comenzó a soñar con poder interpretarla algún día.

Reconoce que uno de los momentos más duros fue cuando en 2003 perdió la voz. Pese a que en ese momento estaba viviendo un complicado momento sentimental por su separación, la soprano lo achaca a que cuando era joven "no utilicé la técnica debidamente" y le pasó factura. "A veces vas a más cilindrada de la que deberías", asegura. Sin embargo, para Ainhoa Arteta la muerte de su madre sigue siendo el episodio más doloroso de su vida. "Entonces, cuando murió mi madre no perdí la voz pero si las ganas de cantar"

Le ha confesado a Cristina Tárrega cómo por un dramático episodio que le ocurrió de niña "he tenido muchos problemas con la sexualidad". Ha repaso su trayectoria profesional, la suerte que tiene de contar con un padrino rtístico como Plácido Domingo y como los años en los que vivió en Nueva York le sirvieron para conocer a muchos artistas famosos.

No podía marcharse Ainhoa Arteta sin cumplir el deseo de Cristina Tárrega de escucharla cantar a capella. Dicho y hecho

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