La Policía Nacional exige un estatus especial para los perros

  • Hasta ahora los perros son una herramienta más de trabajo

José Calixto, delegado nacional de JUPOL, tiene cuatro perros policía, tres los compró él mismo. Hasta ahora los perros son una herramienta más de trabajo, con el mismo estatus o consideración que la pistola, las botas o la gorra.

No tienen ningún tipo de privilegio como seres con vida que son. Pueden pasar de mano en mano, estar recluidos en cheniles (los lugares habilitados para ellos) a la espera de que vuelva su guía de algún servicio o de una baja laboral. Su propietario es la Policía Nacional en abstracto, el ente, sin ninguna responsabilidad o filiación por parte del guía canino.

"Hay muchas cosas que mejorar por el bienestar animal"

¿Quiere decir esto que los agentes caninos del principal cuerpo policial de todos los españoles están descuidados? No exactamente, pero "hay muchas cosas que mejorar por el bienestar animal".

Esta falta de régimen para los perros en los propios estatutos del Cuerpo Policial es lo que ha llevado a la Asociación Adopta K-9 a presentar un escrito en la Policía Nacional demandando un cambio en la normativa y en su organigrama para que los perros de trabajo modifiquen su "estatus jurídico de cosas a seres vivos dotados de sensibilidad".

Este sería el primer paso para mejorar el bienestar animal en los agentes caninos y llevaría aparejado una serie de condiciones como que el responsable último del animal sería el policía.

Donados al Cuerpo

Este es uno de los principales problemas que ahora mismo hay en la Policía Nacional. Los perros para que puedan trabajar como "agentes" tienen que ser donados al Cuerpo, por lo que automáticamente el agente pierde casi todos sus derechos, pero sobre todo sus obligaciones sobre el can, algo que se podría solucionar si existiese la figura de la cesión, como ya se hace en muchas policías locales.

Habría que cambiar el estatuto y crear la posibilidad de que los perros que uno compra puedan ser de cesión, no de donación. Yo cedo el perro y una vez que me vaya, porque ascienda o deje de ser guía canino, el perro se vendría conmigo. La cesión redundaría en primer lugar en el bienestar animal. El hecho de que un perro sea considerado como una cosa y no una vida le puede suponer muchos cambios en su vida laborar que van contra su propia naturaleza.

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