Jandilla naufraga y da al traste con la confirmación de Ángel Téllez

Décimo festejo de San Isidro condicionado por el mal juego de los toros del hierro de la estrella. El cartel contaba con atractivos varios, entre ellos la confirmación del novel Ángel Téllez, torero con condiciones que ya había acreditado buenas maneras en Las Ventas, especialmente al natural. Ayer, poco pudo hacer más que justificarse ante un lote carente de todo aquello necesario en un animal para poder firmar algo mínimamente digno. Madrid le respetó y, de momento, su crédito está intacto.

El otro punto fuerte de la tarde era el regreso de Emilio de Justo tras su puerta grande en la pasada feria de Otoño. Es un hecho que salir a hombros de Madrid sin la rotundidad exigida acaba pasando factura, se llame como se llame el afortunado. Al torero pacense le pesó. Su tarde fue un compendio de oficio, técnica, torería y saber estar. Cuajó naturales templados y profundos y siempre quiso hacer las cosas bien. El elevado listón de la plaza y la resaca del triunfo de Roca Rey difuminaron la solvencia de De Justo, que volverá a San Isidro para dar cuenta de los toros de Baltasar Ibán y Victorino Martín.

Abría el cartel, que no la tarde -como padrino de la confirmación-, el francés Sebastián Castella, que apuntó alto, pero no disparó. Tuvo en sus manos un lote que en otro tiempo le hubiese permitido salir a hombros. Dos inicios de faena poderosos y vibrantes contrastaron con labores siempre a menos y carentes de emoción. Los toros demandaban distancia y quiso el torero adentrarse en los terrenos del miedo. Es su concepto y con él se ha hecho figura del toreo, pero siempre se espera más del de Béziers. Cierto es que los dos astados de Jandilla no tuvieron la emoción necesaria como para calentar a los tendidos.

Esta tarde, primera comparecencia de Julián López "El Juli", que entró en la feria por la vía de la sustitución, regreso de Paco Ureña a Madrid tras el percance de Albacete, que le causó la pérdida del ojo izquierdo y confirmación de alternativa del onubense David de Miranda, un ejemplo de superación en el toreo, ya que a punto estuvo de quedarse inválido tras una cogida en la zamorana plaza de Toro. Lidiarán un encierro de Juan Pedro Domecq.